Producto de una actuación conjunta de la Policía francesa y la Guardia Civil han sido detenidos dos cualificados miembros del aparato militar de ETA; en la operación ha quedado descubierto el escondite desde el que se considera que la banda terrorista preparaba los coches-bomba utilizados en los últimos atentados. En lo que va de año, las fuerzas policiales descubrieron quince refugios de ETA.
Los atentados en Burgos y Mallorca, este verano, supusieron un cierto respaldo para la dirección terrorista ante sus bases, en un momento en que la debilidad organizativa se había puesto de manifiesto, y cuando desde la llamada izquierda abertzale se hacían planes para lanzar una fuerza autónoma que trabajara sin el peso jerárquico de ETA. Estos atentados, alguno de ellos realizado con recursos técnicos muy cuidados, y el hecho de que la Policía no detuviera a sus autores, alimentó la esperanza en el entorno de la banda sobre su capacidad para mantener indefinidamente el pulso con el Estado. Bajo esa perspectiva cobra mayor importancia la detención de terroristas con cargos de responsabilidad, porque vuelve a confirmar que los terroristas no disponen de zonas de seguridad y que su periodo operativo es más corto que nunca, hasta que son puestos bajo tutela judicial.
El cerco policial, la imposibilidad de tener representantes en las instituciones políticas, la negativa de la UE a considerar sus demandas y la sintonía del Gobierno vasco con la política antiterrorista de Zapatero y Rajoy, dejan a ETA sin horizonte. La antigua alternativa de atentar o negociar ha dado paso a una encrucijada mucho más frustrante: bomba o retirada. Como es muy difícil asumir que 40 años de atentados no han servido para nada, salvo para tener 700 activistas en las cárceles, el recurso del atentado se mantiene por inercia.
En política puede pasar cualquier cosa, pero es muy difícil que ETA se encuentre con un presidente del Gobierno tan propenso a negociar como Zapatero. González y Aznar habían hablado con ETA, pero Zapatero llegó mucho más lejos, al dotarse de un plan preciso, y lo que es mucho más importante: realizar la labor de preparar a la población para un acuerdo con contrapartidas. Ahora estamos ya en la fase irreversible del goteo de detenciones.