Tras seis meses sin dar una conferencia de prensa (no incluyo en el apartado de ruedas de prensa la simple lectura de un papel tras un atril sin aceptar las preguntas de los periodistas: para eso, mejor grabar un vídeo), Mariano Rajoy compareció ante los medios para dar su versión sobre lo sucedido en la Comunidad Valenciana, con la destitución de Ricardo Costa como secretario general y portavoz parlamentario. El líder del PP no duda de la honradez del ex dirigente del PP valenciano, pero considera que la exigencia en el comportamiento debe ser mucho más alta para un secretario general que para un militante de base. De ahí la destitución de Costa. En cuanto a Francisco Camps, Mariano Rajoy afirma tener intacta la confianza.
En sus explicaciones, Mariano Rajoy obvió un hecho clave para defender la actuación de la dirección nacional en la crisis valenciana: a Ricardo Costa no le destituyó el Comité Ejecutivo Regional, órgano competente para hacerlo, sino Francisco Camps, por presiones de Rajoy. Hay que ser más respetuoso con los procedimientos formales, no se puede saltar a la torera los estatutos del partido. La destitución de Costa tiene un vicio de nulidad, que el interesado puede hacer valer ante los tribunales. Aclarado el fuero, pasemos al huevo. Hace bien Rajoy en poner el listón más alto para un secretario general que para un militante de base, pero es incoherente elevarlo para Costa y rebajarlo para Camps. Costa y Camps compartieron las mismas amistades peligrosas, y ambos tuvieron diálogos escandalosos por teléfono con los personajes de la trama Gürtel. Camps y Costa usan los mismos trajes. Puestos a matizar, Camps tiene dos agravantes: mintió a todos durante la crisis de la organización y preside el Gobierno que hizo las adjudicaciones a los protagonistas de la trama. Por el precio de uno, debería Rajoy mandar a los dos para casa.
La organización del PP valenciano queda revuelta, porque no se ha actuado con claridad ni se ha justificado la medida disciplinaria tomada contra Ricardo Costa. Camps no ha jugado el papel de liderazgo que se le suponía, y la autoridad de Rajoy ha sido puesta una vez más en entredicho. Mientras tanto, Esperanza Aguirre da explicaciones concluyentes en la Asamblea de Madrid sobre su proceder en el caso Gürtel, y tiene tiempo para liberalizar la actividad comercial.