En la primavera del año 2007, cuando faltaban unas semanas para las elecciones autonómicas, el Principado presentó un proyecto espectacular que unía Oviedo con los polígonos industriales de Silvota y Asipo y los centros comerciales de la zona, a través de dos relajados bulevares y una línea de tren-tran. La guinda de la operación consistía en crear tres nuevos núcleos residenciales, con más de 7.000 viviendas en los municipios de Llanera y Siero. Cualificados portavoces del Gobierno regional dijeron que era el proyecto territorial más importante de los últimos cincuenta años.
La propuesta no obtuvo apoyos políticos y sociales, siendo duramente criticada por representantes de la patronal de la construcción y el empresariado. Algo insólito, porque los empresarios siempre aplauden cualquier iniciativa pública que suponga movilización de recursos. Para que se viera con normalidad la operación, el Principado mostró otros proyectos de transformación territorial y urbanística que tenía diseñados para distintas zonas de Asturias. Aún con todo, la posición determinante para que el proyecto no se desarrollara estuvo en las propias filas del socialismo asturiano, porque la dirección de la FSA no vio con buenos ojos el fomento de urbanizaciones residenciales en los alrededores de los grandes polígonos industriales, ya que coartaban su desarrollo y podían crear problemas con los antiguos dueños de los terrenos: una cosa es expropiar para ubicar industrias y otra para hacer casas. Debido a ello, el proyecto redactado por el urbanista Luis Felipe Alonso Teixidor quedó descartado.
Rectificación
En el mes de marzo del año 2007 no se podía intuir lo que unos meses más tarde se iba a desencadenar con el escándalo de las hipotecas ‘subprime’. La posibilidad de realizar ambiciosas ordenaciones de terrenos sobre la base de plusvalías urbanísticas quedó frustrada al pinchar la burbuja inmobiliaria. Es preciso subrayar que en el caso del plan para el área de Oviedo, Siero y Llanera fue primero el veto político que el vuelco en el mercado de la vivienda.
Tres años más tarde se encuentra sobre la mesa otra propuesta centrada en completar las piezas existentes sobre el terreno: polígonos industriales y zonas residenciales. Las áreas industriales (Silvota, Asipo, Parque Tecnológico) ganarán en extensión, quedando abierta la posibilidad de construir uno nuevo polígono en La Morgal. Con el macropolígono de Bobes se completa la oferta de suelos industriales. En cuanto a las nuevas viviendas se recoge las previsiones del Plan General de Ordenación de Llanera y lo que se especifique en la revisión urbanística iniciada por el Ayuntamiento de Siero.
Más llamativo que el contraste entre construir 7.000 viviendas, del fallido proyecto de Teixidor, o las 1.500 del nuevo documento, es el cambio de filosofía del plan. En vísperas de las últimas elecciones autonómicas, el Gobierno regional lanzaba una propuesta rupturista y ahora avanza un plan continuista. Hace tres años, la clave estaba en la creación de nuevos núcleos residenciales y ahora se trabaja sobre la ampliación de los polígonos industriales. En el año 2007 se ordenaba el mapa con independencia de los designios municipales, mientras que en el presente se incorporan las previsiones de los ayuntamientos. Por encima del cambio de diseño destaca el cambio de conceptos.
Conflictos
El Principado vuelve a plantearse la ordenación del territorio a partir de unas premisas. Digo que vuelve, porque el espectacular proyecto de hace tres años entraba en desarrollos y concreciones que son propios de ayuntamientos, pero en los que no debe entrar el Principado porque crea suspicacias y encierran un alto potencial de conflictos. Es urgente retomar el papel que tuvieron las directrices de ordenación del territorio, en los primeros mandatos de la etapa autonómica, para que dentro de ellas los ayuntamientos puedan llevar a cabo sus planes. En ningún otro lugar de Asturias es tan importante adoptar esta metodología como en el área central de la región. Las duplicidades de equipamientos, la alta movilidad de sus residentes y las infraestructuras de naturaleza intermunicipal, aconsejan tener una visión panorámica sobre el conjunto para evitar el despilfarro de recursos y la toma de decisiones incongruentes. Esa visión no puede emanar de un gabinete de burócratas que se excitan trazando rayas sobre el mapa, sino que debe ser fruto de una reflexión compartida con los ayuntamientos.
En el caso concreto del territorio que une a Oviedo, Siero y Llanera se dan tal cantidad de demandas y usos que puede llegar el caos antes que la ordenación. La experiencia indica que en los intersticios de los municipios se dan las situaciones más problemáticas, y ya tenemos en esa zona el mayor hospital de la región, dos superficies comerciales (una de ellas es la mayor de Asturias), grandes polígonos industriales, sedes de servicios públicos, áreas deportivas, junto a tres autovías acabadas y otra en construcción, a lo que hay que añadir las vías férreas.
En medio de esa complicada yuxtaposición de infraestructuras hay que hacer una apuesta por el suelo industrial, porque si en la mayor llanura de la región no hay una suficiente reserva de suelo para la industria, Asturias estará en desventaja con otros territorios. El nuevo plan supone una acertada rectificación, que debe dar paso a unas directrices más comprometidas y vinculantes sobre el territorio.