La decisión de instalar una incineradora en Serín ya se tomó hace casi cinco años por el Consejo de Administración de Cogersa, el 29 de junio de 2005, dando paso a la redacción del contrato. Unos meses más tarde la iniciativa quedó aparcada por una resolución unánime de la Junta General del Principado, que consideró necesario abrir un debate en la sociedad sobre el macrohorno. Seguro que aquel día los diputados quedaron muy satisfechos con la medida adoptada. En la política española cuando se quiere dilatar una decisión se crea una comisión, mientras que en la política asturiana se aplaza cualquier asunto por el método de abrir debates. El embalse de Caleao, el trazado del AVE, el recorte del gasto sanitario, la elevación del nivel de exigencia en la Educación, las líneas de evacuación eléctrica y una lista interminable de cuestiones se mantienen en la agenda de todas las legislaturas autonómicas gracias al método de abrir debates que nadie se atreve, luego, a cerrar.
Sindicatos, colectivos ecologistas, corporaciones municipales, asociaciones vecinales y gente común participaron en charlas o mesas redondas, logrando los más afortunados participar en algún viaje que se hizo para visitar incineradoras instaladas en grandes ciudades.
De forma simultánea al obligado debate social, Cogersa tomó decisiones sobre los residuos ya que la capacidad del vertedero no permitía perder tiempo. En el año 2007 se instalaron nuevas plantas de reciclaje de cartón, papel y envases, capaces de poner en valor 57.000 toneladas. La recogida selectiva aumentó al duplicarse los envases (azul, amarillo y verde) por los ayuntamientos. Se construyeron plantas de compostaje y biometanización con capacidad para tratar otras 85.000 toneladas de residuos. Se inició el tratamiento de 20.000 toneladas de lodos de depuradoras. En definitiva, se tomaron todas las medidas que estaban incluidas en el plan estratégico de Cogersa, con la excepción de la incineradora.
Programas
En pleno debate social, abierto por el Parlamento, se llegó a las elecciones autonómicas de 2007. Es muy significativo echar un vistazo a lo que decían los programas electorales de los dos partidos que rechazan (IU) o evitan (PP) apoyar la incineradora. IU, en el epígrafe de “gestión de residuos”, hablaba de priorizar los métodos de reutilización y reciclaje, para añadir una frase sobre incineración: “rechazamos la incineración como método central de tratamiento de residuos”. ¿Y si se plantearan pequeñas incineradoras, con un tratamiento descentralizado de residuos, sería aceptable? Es curioso que en otros asuntos el programa de IU fuese mucho más contundente. Verbigracia, en el epígrafe de la gestión del agua, donde se decía: “paralizaremos el proyecto de construcción del embalse de Caleao”.
El PP presentó un programa electoral muy esquemático, con medidas numeradas a modo de consignas, que en materia de tratamiento de residuos sólo alcanzaba a dedicar once palabras: “Secado y valorización energética de los lodos producidos en las EDAR” (depuradoras). Sin explicitarlo, el PP se apuntaba electoralmente a la incineradora (valorización energética), aunque ya se sabe que una escueta frase se la salta Gabino de Lorenzo cuando quiere.
Aunque el debate social no haya concluido oficialmente, creo que es bueno echar una mirada a los números para ver en qué situación estamos.
A día uno de enero del presente año, de los más de 16,5 millones de metros cúbicos del vertedero sólo queda sin ocupar 3,6 millones. Si se tiene en cuenta el ritmo de llenado de estos años y se le resta todo lo que se puede tratar en plantas de compostaje y biometanización nos encontramos con que en los próximos seis años se ocuparán 3,8 millones de metros cúbicos, lo que desborda la capacidad del vertedero. Sólo hay dos soluciones: buscar un lugar para crear otro vertedero o ubicar una incineradora. El retórico debate sobre la incineradora toca cerrarlo, porque la tramitación administrativa del equipamiento y los condicionantes técnicos del proyecto dilatarán durante más de cinco años la entrada en funcionamiento de la incineradora.
España y UE
En otros territorios, la toma de decisiones políticas no conoce los lastres del Principado. En Galicia, Cantabria y País Vasco hay incineradoras, como en Madrid, Cataluña o las Islas Baleares. Está previsto ubicar otras tres incineradoras en Valencia, así como en Guipúzcoa o Mallorca. En la UE hay más de 430 incineradoras. En toda Europa se impone el método mixto de tratamiento de residuos, con reutilización, reciclaje y biometanización, combinado con incineración.
Cogersa encargó un estudio a la Universidad de Oviedo, en el que participaron profesores de otros centros universitarios españoles y extranjeros, en el que se concluye que con un sistema de combustión superior a los 850 grados la incineración de residuos no es dañina para la salud. La prevención ante la emisión de dioxinas carece de sentido en las incineradoras de última generación. Por eso los países que lideran el reciclaje en la UE (Alemania) son los que tienen más incineradoras.
Si la ubicación de la incineradora en Serín quedó postergada fue por las diferencias entre los dos socios del Gobierno de coalición. La multitud de evidencias técnicas sobre la necesidad de su emplazamiento debería relajar el veto ideológico-político a la incineradora. Ni reciclamos más que Alemania (líder en plantas de valoración energética) ni somos distintos al resto de regiones del Cantábrico ni vamos a dejar de producir residuos. Es cuestión de sentido común.