Álvarez Areces asegura que el recorte de inversiones del Ministerio de Fomento no afectará a ninguna de las grandes obras asturianas porque han sido contratadas por empresas privadas y cuentan con un calendario de ejecución. El presidente asturiano confía que no se anule ninguna actuación de las previstas para nuestra región, aunque alguna de las infraestructuras que no se han iniciado puede ser reconducida. ¿Qué decir de todo esto?
Estamos en los prolegómenos del recorte de inversiones y ni los propios ministros saben qué cosas se mantienen en el presupuesto y cuáles se convertirán en papel mojado. Zapatero cambió el guión, de repente, y en cuanto vio que en las instituciones internacionales se empezaba a dudar de la solidez económica de España tomó dos decisiones: desmontar los Presupuestos Generales del Estado y elevar la edad de jubilación a los 67 años. A José Blanco le viene impuesto el recorte, cuando pensaba cubrirse de gloria a cuenta de un plan extraordinario de inversiones con participación del Banco Europeo de Inversiones (BCE), el Instituto Oficial de Crédito (ICO) y la banca privada. Hasta ahora, al ministro de Fomento le ha dado tiempo para fijar una prioridad –la construcción de las líneas de alta velocidad- y mandar un mensaje de tranquilidad a todas las comunidades autónomas, diciendo que todos los proyectos siguen en pie. Si las grandes obras se mantuvieran el recorte sería mínimo, y el objetivo del Gobierno es ahorrar 50.000 millones de euros en tres años. En ese plan de ahorro, el gasto corriente (dietas, papel, transporte) debe reducirse en 8.000 millones, mientras que la mayor parte del ajuste recaerá en las inversiones, terreno en el que destaca el Ministerio de Fomento.
En Asturias hay una especial obsesión con las infraestructuras de transporte, hasta el punto de creer que la medicina contra el paro son las autovías y los trenes de alta velocidad. A partir de esa premisa, el recorte de inversiones del Gobierno supone un caramelo para el PP, que probablemente abandone la denuncia de los chiringuitos para concentrarse en los retrasos de las obras, tema clásico donde los haya en la política asturiana. A los socialistas les tocará la tarea contraria, así que vamos hacia un debate viciado, donde los intereses del corto plazo, ligados a las urnas, impedirán una visión de conjunto.