En otras regiones, como Cataluña, Galicia y Andalucía, se aplican medidas sancionadoras sobre los ayuntamientos cuando no presentan sus cuentas en tiempo y forma. La Sindicatura de Cuentas de Asturias está preocupada por la escasa rendición de cuentas de los consistorios, ya que sólo cuatro corporaciones locales cumplen con los plazos. Cabe recordar que entre las principales corporaciones sólo la de Gijón sigue escrupulosamente las normas, mientras que algunos consistorios llevan desde el año 2005 sin entregar un papel.
Hay varias razones que explican la falta de celo de los ayuntamientos asturianos para cumplir con los requisitos financiero-contables. La escasa dotación de medios técnicos y la ausencia de personal cualificado dificultan el cumplimiento de pesadas y complejas labores burocráticas. En este sentido cabe hacer notar que son los ayuntamientos pequeños, en líneas generales, los más descuidados. La conciencia que tienen alcaldes y concejales de atender a muchas más tareas de las que les corresponden ayuda a dejar pasar los plazos y olvidarse de las obligaciones legales. La falta de jerarquía de las instituciones autonómicas, un déficit particular de Asturias, también hace que los alcaldes no teman las posibles sanciones. El localismo está en el fondo de esta problemática. A todo ello hay que añadir el ninguneo de la Sindicatura de Cuentas, una institución que sus principales responsables se han encargado de poner en el ojo del huracán del debate político, en vez de velar por su imagen. A estas alturas cualquier alcalde se atrevería a criticar a la Sindicatura de Cuentas. Reparar el prestigio dañado llevará tiempo.
Las comunidades autónomas tienen una especial dificultad para erigirse en fiscalizadoras de los ayuntamientos, cuando ellas son las primeras que se saltan los compromisos económicos alcanzados en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Sobrepasan las líneas rojas del gasto y de la deuda, con el convencimiento de que el Gobierno central mirará para otro lado, temeroso de abrir un conflicto político. En materia de cuentas, lo único serio y creíble es el Estado, al igual que los órganos del mismo, bien sea el Consejo de Estado, como órgano de asesoramiento jurídico, o el Tribunal de Cuentas, como órgano de fiscalización económica, tienen una solidez probada.