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Juan Neira

LARGO DE CAFE

UN ACTO LAMENTABLE

El acto cultural programado en la Facultad de Económicas de la Universidad de Oviedo, en el que José María Aznar iba a pronunciar una conferencia sobre la actual situación económica, ha tenido un desarrollo completamente lamentable. Las condiciones en las que disertó el ex presidente del Gobierno fueron impropias de una convivencia democrática y alejadas del protocolo de un acto universitario; el contenido de la exposición desbordó las coordenadas de una conferencia para encajar en el estereotipo de un mitin electoral; el gesto realizado por Aznar con su mano izquierda alzada, en la que destacaba la rigidez del dedo corazón, supera con mucho las licencias que se puede permitir un ex presidente del Gobierno ante los exabruptos de un grupo de jóvenes radicales. Lo ocurrido no se lo merece la Universidad de Oviedo ni el PP ni la gente que asistió cívicamente a escuchar las reflexiones de una personalidad que forma parte del patrimonio de nuestra democracia.

Creo que no se pueden tener comportamientos ingenuos. Un acto público en el va a hablar Aznar debe contar con unas condiciones mínimas de seguridad. Entre tomar el aula por la Policía y quedar inermes ante la estrategia de provocación de los alborotadores hay un término medio. Siempre puede haber un grupo dispuesto a boicotear un acto, pero el desarrollo de una conferencia no puede quedar a merced de una reducidísima minoría del público que busca afanosamente impedir la alocución del conferenciante. La participación de un ex presidente del Gobierno es lo suficientemente importante como para tomar todas las medidas precisas. El boicot fue vergonzoso.

De Aznar cabe esperar un mayor rigor. Decir que el Gobierno de Zapatero se ha fundido el país, vale para un líder sindical, pero no para un ex presidente. Si se miran los ratios exigidos por la UE para sus socios (déficit público, nivel de deuda, índice de precios), otros gobiernos también habrían fundido sus países, y ningún ex presidente habla así en Europa de sus sucesores. Y queda el detalle de la mano levantada con el dedo corazón súbitamente rígido: nunca un ex presidente en España se comportó de esa forma en público. En una época regida por la búsqueda de potentes iconos, el gesto le acompañará a Aznar durante largos años. Si no había tenido tiempo a echar una rúbrica a su trayectoria pública, en Oviedo cerró la firma.

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por JUAN NEIRA

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