Con un solo dedo, Aznar ha realizado el gesto más llamativo de un político en España. Veinticuatro horas más tarde, el debate nacional seguía marcado por la respuesta del ex presidente al grupito de boicoteadores. De la Vega se puso trascendente para decir que daña la imagen de España. González Pons, en la misma vena dramática, aseguró que la vicepresidenta ampara a los violentos. Rajoy, haciendo gala del relativismo galaico, calificó de “anécdota” lo sucedido. El presidente Areces, apelando a la ironía, un registro desconocido en su repertorio dialéctico, manifestó que “una imagen vale más que mil palabras”. Ovidio Sánchez copió la valoración de Rajoy –anécdota-, para despacharse, posteriormente, con los alborotadores: “desalmados, impresentables y golfos”. Una cascada de declaraciones provocadas por el movimiento de un dedo. Todo un récord.
Al margen del gesto de Aznar, sobre lo sucedido en el aula de la Facultad de Económicas destacan dos debates: la conveniencia de dar cobijo en la Universidad a líderes políticos y las fallas del sistema de seguridad. Frente a la idea de cerrar el recinto universitario a líderes políticos está la práctica de los principales centros universitarios del mundo que gestionan y financian la participación de políticos en ciclos de conferencias. El mismo Aznar ha sido invitado a participar en universidades americanas con un prestigio muy superior a la nuestra. Cosa distinta son los mítines, que sólo excepcionalmente deben celebrarse en las aulas. En cuanto a la seguridad, creo que falló todo. Empezando por Nuevas Generaciones que no contactó con la Policía, y siguiendo por la propia Policía que debería actuar preventivamente, sin falta de que le avisen los organizadores del acto. En cualquier caso, justo es destacar que ante una estrategia tan bien ideada, como la que pusieron en práctica los alborotadores, no es fácil impedir las cinco interrupciones que sufrió la intervención de Aznar.
El ex presidente utilizó el dedo, aunque lo que hizo fue meter la pata. Toda su vida le acompañará el gesto, tras una biografía parca en ademanes, más allá de frívolos coqueteos con melena y bufanda. Por encima de la gresca de Zapatero y Rajoy y del glamour de de los Goya, queda la temporada marcada por dos imágenes: el taconazo de Guti y el dedo enhiesto de Aznar. Cara y cruz del invierno.