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Juan Neira

LARGO DE CAFE

VILLA Y CÁNDIDO

En el homenaje a Manuel Llaneza, Villa lanzó una de esas frases sibilinas que tanto le gusta utilizar ante el público: “me da igual arecismo que javierismo”. En el discurso del secretario general del Soma se explicitaba que lo importante era el proyecto político, las propuestas para los trabajadores, dejando en un segundo plano los nominalismos. Pero lo verdaderamente interesante estaba en igualar a Areces y a Javier Fernández ante la tribu del Soma, por las implicaciones que pudieran derivarse de ello. Hace una docena de años, las homilías de Villa orientaban a los militantes socialistas y servían para saber qué pensaba del presidente del Principado, de los consejeros de gobierno, del secretario general de la FSA, etcétera. La manera de aludir a esos personajes siempre era con citas largas, alcanzado en el blanco a través de un tiro parabólico. La gente avezada sabía lo que quería decir, y el resto hacía conjeturas. A Villa no le importaba que la gente entendiera exactamente sus alusiones, porque el verdadero mensaje estaba en proyectar la imagen del poder. Villa tenía poder, mucho poder, y hacía gala de ello.

En los últimos años se repite la liturgia del acto, el secretario general del Soma pronuncia un discurso larguísimo, de más de una hora, lleno de alusiones a unos y otros, pero no produce los efectos de antaño, porque Villa no tiene poder. O mejor dicho, tiene el mismo poder que todos los líderes sindicales de un sindicato de rama. No es poca cosa, pero dista mucho del poder que tenía en la época dorada: escaño en la Junta General del Principado, el grupo parlamentario alineado con sus posiciones, y el vicepresidente del Gobierno controlando la negociación del convenio de HUNOSA. En su discurso, Villa volvió a ponderar a Alfonso Guerra, y no es para menos, porque todo el viejo poder de Villa descansaba en el hilo directo que tenía con Alfonso Guerra.

En el acto de Mieres, tomó la palabra Cándido Méndez para apoyar la idea de un pacto institucional que permita luchar contra la crisis económica. La idea de un gran acuerdo, liderado por los dos grandes partidos, es esencial para hacer frente a la situación económica más difícil que quepa recordar. El Gobierno tiene que creer en ello y Rajoy debe empezar a temer por la herencia que espera recibir. Cualquier política que no lleve al pacto es una pérdida de tiempo suicida.

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por JUAN NEIRA

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