María Dolores de Cospedal manifiesta que el candidato del PP a la presidencia del Principado debe designarlo el equipo de Ovidio Sánchez, contando con el visto bueno de la dirección nacional. Este es el procedimiento general, válido para todas las comunidades autónomas. Lo habitual es que en cada región decida la dirección de ese territorio, aunque Mariano Rajoy tiene una amplia capacidad de disposición, pudiendo vetar a las personas elegidas en razón de los intereses generales del PP, o nombrando a un candidato que no hubiese sido propuesto por los compañeros de la organización. PSOE y PP son los dos grandes partidos nacionales, y toman las decisiones según las jerarquías internas claramente establecidas.
La plaza de candidato autonómico del PP asturiano está vacante desde que Ovidio Sánchez anunciara que no volvería a encabezar la lista de su partido. Desde entonces ningún dirigente dijo que aspiraba al cargo, más allá de las alusiones realizadas por Joaquín Aréstegui. La aparición de Álvarez-Cascos en la escena pública asturiana para opinar sobre asuntos de la actualidad ha generado una expectativa desconocida en la organización del PP. Un tercio del grupo parlamentario ha pedido que el ex ministro de Fomento sea el candidato y las juntas locales del Oriente regional han hecho lo mismo. Si ampliamos el campo de observación y pasamos de los cargos públicos a las bases del PP la opinión aún es más favorable hacia Álvarez-Cascos. Las direcciones -nacional y regional- del PP saben que en Asturias no cuentan, ni de lejos, con otro líder tan capaz de disputarle el voto a la izquierda como el ex ministro de Fomento. Durante muchos años se especuló con la posible proyección de Gabino de Lorenzo fuera de la capital, pero realizado el experimento en las últimas elecciones generales el ensayo terminó en rotundo fracaso. Frente a la izquierda, el PP asturiano sólo cuenta con la baza de Álvarez-Cascos.
La posible incompatibilidad de Álvarez-Cascos con presidentes de juntas locales será resuelta de la forma que se hacen estas cosas en los dos grandes partidos: pragmatismo y discreción, porque la política es el arte de lo posible. Luego, el tiempo lo curará todo. Los afiliados del PP necesitan romper con la imagen que identifica al partido con un grupo de funcionarios con muchos trienios en el negociado de la oposición.