La consejera portavoz del Gobierno, Ana Rosa Migoya, asegura que el Gobierno regional es austero, reducido y con los sueldos más bajos de España. Sobre la posibilidad de aplicar un recorte en el gasto público, tal como prevé el programa enviado por el Gobierno central a Bruselas, la consejera portavoz dice que el presupuesto de 2010 es un ejemplo de ajuste, con crecimiento de la inversión y recorte del gasto corriente.

Los emolumentos de los políticos asturianos son más moderados que los de otras comunidades. Ejemplo de ello es que al empezar esta legislatura Álvarez Areces tenía el sueldo más bajo de todos los presidentes autonómicos. La mitad que Montilla y mucho menos que Esperanza Aguirre. La Administración autonómica tampoco es de un gran tamaño, aunque el Gobierno regional tiene diez consejerías, cuatro más que en la época de Marqués. Uno de los efectos que conlleva la formación de un gobierno de coalición es la generosidad en el número de carteras. Aunque el PP ha criticado a los gobiernos de Álvarez Areces por su excesivo gasto corriente, basta cotejar con los números de otras regiones para percatarse de que Asturias no ha caído nunca en ese defecto en las casi tres décadas de gestión autonómica.

Estamos en una coyuntura extraordinaria, atravesando la mayor crisis económica de los últimos ochenta años y toca acometer medidas de ahorro excepcionales. En Asturias, los dirigentes políticos todavía no se han mentalizado del esfuerzo colectivo al que están convocados. El actual presupuesto del Principado, lejos de ser austero, presenta un crecimiento en el gasto público total, con respecto al del año 2009. El Principado ha aceptado asumir el máximo de déficit público permitido (un 2,75% sobre el PIB), y se prevé que la ejecución presupuestaria conlleve un incremento de deuda pública de 633 millones. Todas las recomendaciones de instituciones y organismos independientes, desde la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, pasando por el FMI y la OCDE, exhortan a las administraciones españolas para que reduzcan el déficit y amorticen deuda. Lo peor no es que estemos caminando en el sentido contrario, sino que lo hagamos convencidos de que los equivocados son ellos (FMI, BCE, OCDE), como les ocurre a algunos conductores que se confunden de sentido en las autovías y echan las luces a todos los coches que cruzan.