El último temporal de nieve en Cataluña ha puesto en evidencia las malas condiciones del abastecimiento eléctrico en esa región. Unas condiciones meteorológicas adversas han dejado a miles de personas sin luz durante una semana. La Generalitat arremete contra las empresas energéticas por tener en malas condiciones el tendido eléctrico, pero no reconoce que las contradicciones entre los socios del tripartito impiden llevar a cabo una línea proyectada por Red Eléctrica Española, que comunicaría España con Francia, reforzando la seguridad en el suministro.

En Asturias estamos en una situación parecida, ya que las nuevas líneas eléctricas que nos deben comunicar con el resto del territorio nacional acumulan un gran retraso en su ejecución y son contestadas por partidos políticos, ayuntamientos y colectivos sociales. La línea Sama-Velilla lleva casi un cuarto de siglo incluida en la planificación eléctrica, pero la acumulación de sucesivos obstáculos han impedido ejecutarla. El último trazado propuesto es contestado por la Diputación de León, varios ayuntamientos y las organizaciones asturianas del PP e IU.

En el debate sobre Sama-Velilla, diputados, alcaldes y líderes ecologistas manifiestan con absoluto desparpajo que es una infraestructura superflua. Nunca oí decir algo semejante de una carretera, pero como la electricidad es invisible, los postes y las torretas sobran. Están tan acostumbrados a pulsar un aplique y contar con luz en casa, que consideran que el suministro está garantizado. Una experiencia como la vivida por los catalanes termina con esas falsas certezas. La línea Sama-Velilla es necesaria para evacuar la energía eléctrica que se produce en Asturias. Nuestra región tiene una gran tradición energética, que representa riqueza y puestos de trabajo, así que para mantenerla hay que invertir en mejoras. Pero la finalidad principal de la línea Sama-Velilla, como la de Soto-Penagos, es la seguridad que da al suministro eléctrico. Con las dos líneas actuales, de 400 kilovoltios, se está expuesto a sufrir un corte en el abastecimiento, paralizando el centro de la región y dañando gravemente a tres industrias asturianas que están entre las cinco que consumen más electricidad de España.