Desde Santiago de Compostela, Mariano Rajoy ha criticado la forma de gobernar de Zapatero, siempre pendiente de la foto y de la propaganda, y obsesionado con la oposición. El líder del PP ha manifestado que el supuesto pacto de Estado negociado en el palacio de Zurbano fue el último engaño del presidente, ya que en vez de buscar soluciones a los problemas, se limitó a propuestas superficiales, con cargo a la cartera de los contribuyentes. Sobre la operación de auxilio a Grecia, Rajoy advirtió que aumentará el endeudamiento de los españoles.

En la semana del caso Gürtel, Rajoy habló de todo, menos de la corrupción. Para cualquier líder es molesto tratar sobre prevaricaciones o cohechos que afectan a miembros de su partido, pero Rajoy lo que más teme es a la división interna que puede provocar el debate sobre el caso Gürtel. El pasado otoño, cuando se conocieron las aficiones de Camps y Costa por los objetos suntuarios, el PP sufrió un amago de crisis, obligando a Rajoy a emplearse en complejas negociaciones con los dirigentes valencianos, en las que quedó mermada su autoridad. Ahora no quiere que suceda lo mismo aunque se arbitren idénticas soluciones: la forma de marchar sin moverse del sitio, propuesta para Luis Bárcenas, tuvo en Ricky Costa un claro precedente. Rajoy sabe que la fórmula para ganar las próximas elecciones consiste en hablar todos los días de la creciente lista del paro. Cualquier aspecto de la actualidad política que no verse sobre la crisis económica, carece de interés para el líder de la oposición.

Las negociaciones en el palacio de Zurbano para combatir la recesión estuvieron muy mal enfocadas por el Gobierno, al poner más afán en lograr el consenso que en la materia del consenso. El PP, por boca de Cristóbal Montoro, puso mucho interés en desmarcarse, poniendo como condición para lograr un amplio acuerdo la renuncia a subir el IVA. Ni Zapatero pretendía un pacto de Estado ni el PP quería un pacto que reforzara la gestión del Gobierno. A partir de ahí, para unos era prioritaria la foto y para los otros velar la imagen. La politiquería, en la acepción más baja de la palabra, impidió ensayar algo parecido a los Pactos de la Moncloa. Si un desgraciado día estamos en la situación de Grecia, espero que el líder de la oposición no le diga a los alemanes que el rescate español implica más deuda para Alemania.