El Gobierno logró convalidar en el Parlamento el decreto-ley sobre el ajuste fiscal por un solo voto. Zapatero ganó la votación, pero perdió el debate y quedó sin aliados. Una gran mayoría de diputados de la oposición optó por dar una respuesta negativa a las medidas del Gobierno. No estaba en juego un asunto baladí, ya que el plan de ajuste responde a las exigencias de nuestros socios de la UE. Se trataba de una cuestión central, porque encierra la única estrategia presentada en la Cámara para reducir el déficit desde que empezó la crisis económica. En un contexto de máxima volatilidad en los mercados y cuando resulta más caro colocar la deuda soberana española, me parece una gran irresponsabilidad votar en contra del paquete de medidas, por muy mejorable que sea, ya que es fundamental no perder tiempo. Uno entiende que grupos pequeños, que responden a intereses parciales, voten en contra del Gobierno, pero un gran partido como el PP nunca se debería haber sumado a la estrategia de impedir el plan de ajuste. Zapatero se merece un voto de castigo, pero los intereses generales de España están muy por encima de la calificación que nos merece el Ejecutivo. Por responsabilidad, o como tiene dicho Rajoy otras veces, “por patriotismo”, el PP se debería haber abstenido.

CiU, Coalición Canaria y UPN han posibilitado la convalidación del decreto. Tiene especial mérito el comportamiento de CiU, un partido nacionalista, el más votado en Cataluña, que ha olvidado las triquiñuelas utilizadas por el socialismo catalán contra él, para actuar con la sensatez y la altura de miras que les faltó a otros. Su portavoz lo expresó con mucha nitidez, al decir que votaban a favor para impedir que España terminara como Grecia. Duran i Lleida advirtió al Gobierno que era la última vez que prestaban su apoyo, adelantando su negativa a apoyar los próximos presupuestos.

La falta de fiabilidad de Zapatero ha dejado al PSOE aislado. Los mismos grupos que apoyaban al Gobierno cuando había algo que repartir para sus territorios o clientelas, le dan ahora la espalda. Con ser importante la debilidad en que queda el Gobierno, mucho más trascendente será la aplicación rigurosa y firme del ajuste fiscal.