La reforma de la Ley Electoral ha quedado perfilada, tras año y medio de deliberaciones en la Comisión Constitucional del Congreso. La modificación de la normativa electoral era un tema recurrente en el debate entre las fuerzas políticas desde hace varias legislaturas -como ocurre con la transformación del Senado en Cámara territorial- pero nunca se acababa de abordar. Se ha logrado un acuerdo entre Txiqui Benegas (PSOE) y Bermúdez de Castro (PP) que busca varios fines: impedir que los tránsfugas derriben gobiernos locales, reducir los gastos electorales y, sobre todo, evitar la utilización perversa del sistema electoral por parte de Batasuna.
El acuerdo entre las dos grandes fuerzas se ha realizado prescindiendo del resto de partidos. Txiqui Benegas ha reconocido que el pacto se ha logrado “al margen del resto del Parlamento”. Es mejor un amplio consenso que un acuerdo bilateral. Ahora bien, conviene no perderse en discursos retóricos. Entre el PSOE y el PP suman 323 escaños sobre un total de 350. ¿Cuántas resoluciones del Congreso de los Diputados se aprueban con un apoyo tan amplio? Una cosa es sumar siglas y otra muy distinta es contar con un gran respaldo parlamentario.
El mayor rechazo a la fórmula alcanzada procedió de IU, que se considera traicionada por el PSOE al perder la condición de socio preferente que tenía con el Gobierno. Para IU la reforma electoral es un asunto de máximo interés porque es la tercera fuerza política por número de votos, pero tiene una representación muy reducida (dos diputados). Si se implantara un sistema proporcional puro en la asignación de escaños IU tendría un peso enorme en el Parlamento. No obstante, cabe recordar que con el actual sistema electoral IU fue el tercer grupo en el Congreso de los Diputados en la época de Julio Anguita (elecciones generales de 1996) y en la de Santiago Carrillo (comicios de 1979). Más de veinte escaños. También se puede argüir que hay varios parlamentos europeos, caso de Inglaterra o Francia, que se rigen por normas mucho más hostiles para los pequeños grupos, al asignar escaños por el sistema mayoritario: en cada circunscripción el partido ganador representa al territorio. En cualquier caso, tras 33 años de democracia, está claro que las instituciones representativas recogen el pluralismo de la sociedad, aunque el sistema admita mejoras.