El masivo acto de apoyo a Álvarez-Cascos, celebrado en Gijón, fue orientado por los organizadores a resaltar la dimensión apartidaria de la reunión, lejos de la dura lucha interna que impera en el PP desde que Gabino de Lorenzo diera un golpe de mano para forzar el rechazo del comité electoral al ex ministro de Fomento. Los cientos de personas reunidas reclamaron a Álvarez-Cascos que retorne a la política activa para liderar la gestión contra la crisis económica, poniéndose al frente de lo que los organizadores llamaron «una mayoría natural», concepto acuñado por Fraga Iribarne en los tiempos de Alianza Popular.
El homenaje al ex ministro de Fomento estaba previsto desde mucho antes de que estallara la crisis interna en el PP. Quizás por ello se puso en escena un guión que no era el que flotaba en el ambiente, porque la reunión de cerca de un millar de seguidores de Álvarez-Cascos fue, por encima de cualquier otra consideración, un rotundo mentis a los planes del alcalde de Oviedo de dar por zanjadas las expectativas electorales del ex ministro. Es muy difícil que tanta gente se congregue y pague de su cartera el cubierto para mostrar fidelidad a un político que lleva seis años retirado de la actividad pública. La militancia casquista sigue viva y es una fuerza difícil de desactivar para la dirección de un partido que languidece tras los aspavientos de Gabino de Lorenzo.
Un día salen diez de los doce alcaldes que tiene el PP regional para reivindicar la candidatura de Álvarez-Cascos y al siguiente son mil seguidores del ex ministro los que piden su retorno a la política asturiana. Este es el PP real que hay en Asturias y no los comunicados del Ayuntamiento de Oviedo desde el fax de la dirección regional del partido. Las iniciativas de los afines al político gijonés se producen mientras el equipo de Ovidio Sánchez mantiene un discurso fantasmal consistente en pretender la búsqueda de un candidato que aúne al partido. A estas alturas la dirección regional del PP no está en condiciones de presentar ningún candidato porque su credibilidad está bajo mínimos y el dedazo de los burócratas acabaría arruinando el prestigio del militante más ponderado. En Gijón se reunió un nutrido grupo del PP (aunque se presentaron como ciudadanos sin siglas) que cree en una opción, mientras que enfrente sólo hay miedo a perder los privilegios.