Preguntado por la posibilidad de que Álvarez-Cascos sea el candidato del PP en las elecciones autonómicas, Ovidio Sánchez dice que en su momento hablaremos de estas cosas. Se ve que el aparato del PP regional inaugura una nueva táctica. Durante meses, el equipo de Ovidio Sánchez declaró que le parecía muy bien la candidatura del ex ministro; de esa valoración participaban los principales responsables municipales, como Gabino de Lorenzo y Joaquín Aréstegui. Pilar Fernández Pardo guardaba silencio. Un día, todos ellos decidieron unir sus fuerzas en contra de Álvarez-Cascos, rechazando la “hipotética candidatura” del ex ministro. Luego vino el simulacro de reunión del comité electoral -sin convocatoria, lugar, fecha, y orden del día- para ratificar que el ex ministro no sería candidato. Y ahora se inicia la táctica de la indefinición: “en su momento hablaremos de estas cosas”. A eso se llama tener principios sólidos y criterios firmes.
Al día siguiente de que EL COMERCIO diera la noticia de que el candidato saldrá de una reunión entre Mariano Rajoy y Álvarez-Cascos, y que la dirección nacional del PP considera que “Ovidio Sánchez es el responsable de la situación y no puede esperar ahora que le arreglemos el problema”, el equipo dirigente del PP regional se ha quedado sin respuesta. Ya no dice si Cascos es el mejor o el más aborrecible, sólo trata de ampararse en vaguedades para ganar tiempo. Para cualquier votante del PP la situación es penosa. A diez meses de las elecciones la dirección regional ha quedado desautorizada y hay un evidente vacío de poder. Los cuatro dirigentes municipales que se autoerigieron como comité electoral han quedado tan desairados como Ovidio Sánchez. El PP asturiano inicia un periodo de provisionalidad.
La decisión sobre el candidato ya está tomada y, por fortuna para sus votantes, no depende del aparato del PP asturiano ni del alcalde de Oviedo. Ahora bien, con sólo un candidato no se gana una contienda electoral tan dura como la que les espera al PP asturiano, frente a un socialismo unido en torno a su líder y sabedor de contar con un suelo alto de votos y el apoyo de otro partido (IU) para gobernar. Para ganar se necesita un tándem formado por el candidato y el partido. Lanzarse a la contienda electoral sin contar con el respaldo del partido es un riesgo. Ese es el primer problema a resolver.