Esteban González Pons, Dolores de Cospedal y Javier Arenas apoyan a Álvarez-Cascos en el conflicto del PP asturiano. Lo hacen con palabras prudentes, contenidas, siguiendo la pauta marcada por Mariano Rajoy. Esperanza Aguirre también tercia en la polémica, pero con otro estilo, mucho más directo y efectivo: “un comité electoral puede proponer pero no desproponer”. La presidenta de
El plan de Rajoy es fácil de adivinar. Quiere que Cascos sea candidato, pero sin provocar una revolución en la organización asturiana. Para ello necesita guardar las formas y ahí tiene un papel esencial Ovidio Sánchez. La idea del máximo líder del PP es que Ovidio Sánchez lime asperezas entre Cascos y sus adversarios, para convocar posteriormente al Comité Ejecutivo y hacer una resolución favorable a la candidatura del ex ministro. Para frustrar el plan, los embozados elevaron el tono, dando a entender que el arreglo es imposible. El objetivo del comunicado anónimo no era otro que lograr la inhibición de Ovidio Sánchez para la tarea que le requiere Rajoy.
De la pronta respuesta de los dirigentes nacionales del PP se deduce que la estrategia del rechazo al político gijonés ha acabado mal. La opinión de los principales líderes del partido, el superior perfil electoral de Cascos, la postura de la mayoría de los alcaldes asturianos y el entusiasmo de las bases del partido no podían ser neutralizados por un pequeño grupo de notables que no fueron capaces de unificar criterios sobre un candidato alternativo. La batalla la tiene ganada Cascos, pero es muy importante el método que se utilice para proclamarlo candidato. Si votan todos los militantes el candidato elegido será también el responsable del partido. Después de todo lo que sucedió, el PP asturiano no está para bicefalias ni para cualquier otro reparto oligárquico del poder.