Con el aval de Ovidio Sánchez y Fernando Goñi, un grupo de dirigentes municipales, que actuaban sin el mandato de sus juntas, eligieron a Isabel Pérez Espinosa como candidata a presidir el Principado. La reunión se celebró en el Ayuntamiento de Oviedo; la presentación y justificación del nombramiento corrieron a cargo de Gabino de Lorenzo, que actuó como jefe del nuevo grupo que dirige los destinos del PP asturiano.

Al igual que cuando eligieron la terna de candidatos o cuando mandaron al comité electoral que redactara una resolución rechazando la “hipotética candidatura de Álvarez-Cascos”, el grupo capitaneado por De Lorenzo ha suplantado a los órganos de dirección emanados del último congreso. El PP asturiano vive un periodo excepcional, gobernado por De Lorenzo y sus invitados. Si desde Madrid no se toman medidas, la organización quedará en manos del alcalde de Oviedo, que hace y deshace al margen de lo que señalan los estatutos, y toma decisiones por motivos subjetivos y personales, convirtiendo las fobias en argumentos.

Al margen de sus cualidades o defectos, Pérez Espinosa no es la candidata del PP asturiano, sino la delegada de Gabino y sus invitados. A la concejala ovetense no la promueven los órganos regulares del partido ni el alcalde de Oviedo está dispuesto a que su candidata se someta a una votación de toda la militancia del partido. El grupo que se dio cita en el Ayuntamiento de Oviedo no son partidarios de Pérez Espinosa, sino que aprueban su nombramiento empujados por el espíritu defensivo del que levanta una muralla para que no concurra a las elecciones Álvarez-Cascos. El desorden ya es ley en el PP asturiano. Rajoy tendrá que valorar cuánto tiempo le interesa que se prolongue este espectáculo ante los ojos del electorado.