De la comparecencia de Arias-Cachero ante los medios lo más relevante es la declaración de no sentir miedo ante De Lorenzo y su entorno. El resto, la depuración política y la cortina de humo de los encargos a la empresa de mensajería, es algo que ya sabíamos en cuanto los hombres de Gabino pasaron al ataque. Como es imposible expulsar del grupo municipal a un concejal por ser afín a Cascos, hace falta buscar una conducta inmoral para ganar la batalla y neutralizar al potencial rival. No creo que Arias-Cachero pase a la historia de la política asturiana por no abstenerse al contratar a una empresa -para traer unos trajes de zarzuela de Madrid a Oviedo- en la que trabajaba un cuñado y tenía un 15% de acciones un hermano. Sin embargo no estoy tan seguro que en la dilatada carrera política de Gabino de Lorenzo este lance no vaya a constituir un hecho trascendente.

Arias-Cachero es el primer concejal de Gabino que no se humilla ante el autoritarismo del alcalde, creando un precedente que puede ser imitado. La argamasa del grupo de Gabino es el miedo. Del choque entre lo que quiere el electorado de derechas ovetense, que es el retorno de Cascos, y la tosca manera del alcalde de tratar a los concejales que sintonizan con esa corriente social, pueden saltar chispas. Y para terminar de perfilar el cuadro, constatemos que en Génova ya tienen una prueba más de cómo se las gasta el alcalde. Por cierto, la candidata de Gabino no dice nada, al observar la misma conducta que Ovidio Sánchez y Goñi: guardar silencio. Será que prepara el programa electoral.