Cuando termine la larga disputa sobre la candidatura del PP se verá que el mayor valedor de la opción de Álvarez-Cascos habrá sido su principal detractor, Gabino de Lorenzo. Las actuaciones disparatadas del alcalde de Oviedo inclinan la balanza a favor del ex ministro. La forma faltona de referirse a su rival, los métodos utilizados para ofrecer una candidatura alternativa, la utilización del comité electoral, y la renuncia a aportar argumentos políticos le descalifican, al igual que al grupo de cargos públicos que se apiñan en su entorno. La última muestra de este proceder es la depuración política de su concejal Arias-Cachero, revestida de lucha anticorrupción. Ante toda España, el ex concejal dio su apoyo a Cascos y, a los tres días, De Lorenzo lo envía al grupo mixto. La inmoralidad cometida es no haberse abstenido al contratar a una empresa de mensajería en la que un hermano tenía un 15% de la propiedad y en la que trabajaba un cuñado. Esto sucede en un ayuntamiento que en el verano de 1996 vivió el escándalo de los gastos de protocolo, conocido como el “affaire” del “facturazo”, en el que se dieron cita desde consumiciones de güisqui, partidas de tapetes de mus y de reproducciones de catedrales, fabadas, alguna joya, hasta llegar a una controvertida factura de hotel en San Sebastián. Todo aquello acabó con la resolución de no poder cargar como gastos de protocolo los regalos superiores a las 15.000 pesetas (90 euros). Sánchez Ramos, que ya era un activo concejal de la oposición en aquella época, se lo puede recordar con detalle a los bisoños ediles del grupo del PP.

El error de dilucidar las diferencias políticas con Arias-Cachero a través de un asunto de facturas se ha acrecentado al dar una rueda de prensa para decir que el concejal se pasaba al bando de Cascos al sentirse investigado. Una explicación ridícula, porque una práctica corrupta no se lava dando a conocer las preferencias políticas. El asunto debería leerse al revés: la apuesta por Cascos llevó a rebuscar en los papeles de Arias-Cachero.

El concejal depurado ha dado la cara, al reivindicar su militancia en el PP y pedir amparo a la dirección nacional de su partido. De esta manera traslada la crisis del PP regional al interior del Consistorio carbayón. Si otro concejal discrepa de Gabino, el alcalde no podrá seguir en su guerra particular contra Cascos.