Gabino de Lorenzo sufre el mal de la verborrea. No es que siempre haya hablado mucho, al contrario, pero ahora se ha destapado. En el circo nacional, sólo Mourinho compite con él en hacer declaraciones absurdas, liantes, que confunden a los propios y provocan a los rivales. En las recientes intervenciones públicas del alcalde de Oviedo hay un afán primario por demostrar que dispone y manda, pero no al modo de un líder político de peso, sino con el libro de estilo de un sargento de cuchara: tosco en adjetivos y altanero en alusiones.

De Lorenzo dice que llevaban meses investigando a Arias-Cachero. ¡Qué casualidad! Meses husmeando los papeles del concejal de Cultura para defenestrarlo a las 72 horas de que mostrase su apoyo a Álvarez-Cascos. El alcalde de Oviedo da licencia para pensar que estaba al tanto de las supuestas actuaciones irregulares del edil, pero que no las hizo públicas hasta que Arias-Cachero dio a conocer sus preferencias políticas por Álvarez-Cascos.

De Lorenzo afirma que los concejales disidentes –Arias Cachero y Manjón- han demostrado que saben escribir y hablar. El alcalde concluye lamentando que no lo hubiesen hecho en años anteriores. En vez de crítica política, meras descalificaciones personales. Gabino se adentra en un terreno muy resbaladizo, porque si habla en genérico de concejales que no saben escribir o hablar, es posible que sus oyentes y lectores entiendan que se refiere a Caunedo o Reinares.