Las respuestas dadas por Javier Fernández, en la entrevista concedida a Punto Radio no estuvieron contaminadas por la atmósfera preelectoral. El candidato socialista a la Presidencia del Principado no hizo ni una concesión al género fácil: en tres cuartos de hora de conversación no dio una explicación simplista en clave de buenos y malos. A estas alturas de la vida, al secretario general de los socialistas asturianos no lo van a cambiar la cercanía de los comicios ni su nueva condición como cabeza de candidatura. La gente que desee emociones fuertes que busque otro candidato, pero el que quiera reflexiones sensatas sobre la realidad asturiana haría mal en despacharlo con tópicos sobre su escaso populismo e insuficiente notoriedad entre el cuerpo electoral. El problema de conocer a fondo el mercado de la energía, la financiación autonómica, la temática industrial o el sistema impositivo, es que al rodar la película de las elecciones puede salir un film demasiado sesudo, con disgusto de los aficionados a las cintas de vaqueros e indios. La crisis económica no se explica con maniqueísmos, y los problemas de Asturias no se resuelven con apelaciones a las gónadas. La misma política económica que ejecuta Zapatero desde el pasado mes de mayo, la tendrá que llevar a cabo Rajoy dentro de año y medio. El que diga lo contrario es un ignorante o un farsante.

Aunque la cuestión del carbón acumula toneladas de debate, Javier Fernández supo aportar dos argumentos, en la entrevista, a favor del plan de ayudas aprobado por la Comisión Europea: no viola las reglas de la competencia por inexistencia de un mercado intercomunitario, y las emisiones de CO2 a la atmósfera seguirían igual sin el carbón nacional, ya que la dieta energética no va a cambiar, y el carbón internacional, más barato y con mayor poder calorífico, colabora en igual medida al efecto invernadero. No son argumentos definitivos, pero muestran que cualquier modelo energético tiene luces y sombras.

Javier Fernández propone lograr un pacto entre todos los partidos para detener el declive poblacional, porque tenemos la mayor tasa de mortalidad de España y la menor de natalidad. El problema de fondo asturiano. Sin embargo, no dijo qué cambios introduciría en la sanidad, y ningún discurso reformista es válido si no conlleva reformas sanitarias.