Isabel Pérez-Espinosa asegura que con cualquier candidato el cambio en el PP asturiano va a ser radical. Es probable que tenga razón, porque la sola retirada de Ovidio Sánchez de la escena provoca un cambio cualitativo. No es imaginable que los órganos directivos del PP sigan por más tiempo sin tener actividad, y que las decisiones del partido las tome un alcalde. El ciclo de Ovidio Sánchez está finiquitado y algunos métodos de funcionamiento no se mantendrán en pie. Pero lo que está en cuestión no es la mejoría que proporciona el relevo de Ovidio Sánchez, sino si el PP asturiano quedará habilitado para dos tareas fundamentales: ganar las elecciones y terminar con la estructura de partido dominado por clanes municipales.
Las encuestas nacionales dan una ventaja de Rajoy sobre Zapatero cercana a los 14 puntos, lo que otorgaría una mayoría absoluta al PP. La extrapolación de ese estado de opinión a las comunidades autónomas no se puede hacer mecánicamente, porque en cada región hay una realidad distinta, con independencia de que en todas ellas avance la intención de voto al PP y retroceda la del PSOE. En Asturias, IU tiene un sufragio más alto que en otras regiones, y puede aumentar en primavera, como indican las encuestas que sucederá a escala nacional, donde ningún sondeo le da menos de seis diputados (en la actualidad tiene dos). Dejar la suma de PSOE e IU por debajo de 23 escaños es algo que nunca sucedió en nuestra región. El cálculo más optimista para el PP es lograr los 23 diputados, dejando a la izquierda con 22. ¿No hay un escaño de diferencia entre una lista encabezada por Cascos y otra liderada por Pérez-Espinosa?
Tras la crisis del PP con Sergio Marqués, el PP regional es una suma de feudos municipales. La dirección regional del partido está formada por un grupo de diputados autonómicos con escasa o nula dedicación a la organización. Los equilibrios de poder en los congresos se logran buscando Ovidio Sánchez el apoyo de los jefes de Oviedo, Gijón y Avilés. Los líderes municipales pueden vetar decisiones de la dirección regional y marcan la estrategia parlamentaria. Cambiar ese modelo de partido y homologarlo con el que impera en otras regiones requiere un fuerte liderazgo, e Isabel Pérez-Espinosa dice que cree más en los equipos que en los nombres. Esa reflexión la hacía Ovidio Sánchez hace once años.