Con la información que hoy se publica en EL COMERCIO queda aclarada la razón por la que Gabino de Lorenzo y Ovidio Sánchez forjaron un frente para impedir el retorno de Álvarez-Cascos a la política asturiana. Hasta ahora resultaba inexplicable que los mismos dirigentes del PP astur que calificaban de “galáctico” al ex ministro hubiesen dado un giro de ciento ochenta grados, con ataques que traspasaron el umbral de la crítica política, y dieran orden al comité electoral para que rechazara su hipotética candidatura. De Lorenzo, líder de la maniobra, es propenso a las alteraciones de humor, pero el motivo del cambio es mucho más sólido: defensa numantina de las poltronas del poder.
El 21 de junio, Álvarez-Cascos puso en manos de la vicesecretaria de organización y electoral del PP, Ana Mato, un informe en el que se describe el camino que debe recorrer el PP regional para ganar las elecciones autonómicas: celebración de un congreso para definir estrategia, programa y selección de equipos de candidatos. En el informe se dice que el reto de ganar las elecciones no se limita sólo a la dirección regional, sino que requiere trasladar “impulsos decisivos a las organizaciones y a las candidaturas de todos los ayuntamientos asturianos”. Tres semanas más tarde de la entrega del informe, los jefes de las juntas municipales de Oviedo, Gijón, Avilés y Mieres iniciaron la campaña del rechazo, con la colaboración de Ovidio Sánchez.
La perversión
Cascos era un galáctico si encabezaba una lista elaborada por el aparato, y si dejaba que las juntas locales tuvieran plena autonomía para organizar la alternativa municipal, pero se convierte en enemigo número uno si su retorno lleva aparejado una revisión general de los métodos de organización y trabajo del PP. Si se acepta que en política los intereses personales están por encima de los colectivos, la estrategia de Gabino de Lorenzo y sus aliados es acertada, porque la más abultada victoria socialista en las urnas no les proporcionaría tanto quebranto como la llegada de un candidato del PP que quiera rehacer las estructuras del partido en un congreso.
Año tras año, la gran mayoría de los mandamases del PP asturiano demuestran que se puede vivir muy bien encabezando la oposición. Lo peor no es perder los comicios, sino que todo el partido en un congreso decida que hay que dar a otros compañeros la oportunidad de ganar. La ausencia de una moral colectiva de triunfo ha permitido el desarrollo de la perversión: encabezar la derrota electoral es una experiencia dulce, y resulta amarga cualquier victoria con nombre ajeno.
En el informe que obra en poder de Ana Mato, el ex ministro hace un análisis general, sin mezclar nombres ni entrar en conjeturas electorales. No hay ni una crítica hacia Gabino de Lorenzo ni hacia Ovidio Sánchez, sino la descripción de una trayectoria colectiva deprimente, que ha llevado al PP por la senda de la derrota. El PP regional tenía una suerte desigual en las urnas, ganando las elecciones generales y perdiendo las autonómicas. Esta ejecutoria ha ido cambiando, hasta el punto de perder en todo tipo de convocatorias: europeas, generales, autonómicas y municipales. Cuando se da un fenómeno así, no cabe pensar que el remedio consiste en fabricar un cabeza de lista atractivo, sino que el cambio tiene que ser mucho más amplio. De poco importa retirar a Ovidio Sánchez de la candidatura autonómica, sin los métodos de trabajo y ocio de la dirección regional se mantienen intactos. Un equipo que no se reúne nunca está pidiendo a gritos ser relevado.
Desafío
Hasta que ganó Zapatero las primeras elecciones generales, el PP regional vivió del nombre y la actividad de los ministros asturianos. A partir de entonces se pudo comprobar que bajo las siglas no había sustancia. La situación se ha ido degradando hasta el presente, con varias juntas locales sustituidas por gestoras, en las que mandan gente del aparato, como Alejandra Cuétara o Carlos Galcerán. Se debe advertir que la dirección regional disolvió las juntas locales por falta de actividad o conductas irregulares, cuando el propio equipo de Ovidio Sánchez está instalado en la permanente irregularidad al no convocar los órganos regionales del partido y haber puesto en manos de Gabino de Lorenzo el mando de la organización.
Para romper con una práctica interna tan degradada y con la serie ininterrumpida de derrotas electorales hace falta una revisión general de las estructuras del partido. Confiar en una coyuntura electoral propicia es, en el mejor de los casos, aplazar los problemas para el mañana. El desafío para el PP asturiano consiste en dejar de ser una organización que descansa en clanes municipales –que sólo se unen cuando detectan un enemigo común-, para ser un partido que se despliega homogéneamente por la región. ¿Por qué el PSOE tiene 54 alcaldes y el PP sólo tiene 12? Ahí está la diferencia entre un partido sólido, con un líder respetado, y una partida de clanes locales.
Ahora ya está desvelado por qué De Lorenzo y Ovidio Sánchez decretaron zafarrancho de combate contra Cascos, y se entiende las prisas y el apuro por lanzar un nombre, como anzuelo electoral. Son capaces de aceptar cualquier crítica, menos un ataque al statu quo. Como estoy hablando del PP, voy a acabar con Marx: “no se vive como se piensa, se piensa como se vive”.