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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ESTRATEGIAS SOCIALISTAS

La reunión del Comité Federal del PSOE ha servido para constatar el ánimo eufórico de los socialistas, tras la remodelación del Gobierno. En épocas de tribulación se buscan imágenes protectoras, remedios simples, y ahí está Rubalcaba, como talismán de la militancia socialista. Zapatero ha dado la orden de pasar al ataque; el PP ha perdido la posesión del balón por el error superlativo del alcalde de Valladolid, que ha encarnado el estereotipo rijoso de la derecha rancia. La idea del presidente del Gobierno es hacer mucha pedagogía política, para que el discurso diluya los números rojos de la economía nacional. Si la mayoría de los ministros, hasta ahora, participaron poco en el debate público fue por culpa de Zapatero, que acaparó todo el protagonismo, convirtiendo al Consejo de Ministros en un órgano de altos funcionarios o asesores. Sólo el vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento tenía permiso para hacer propuestas sobre cualquier asunto, como la subida de impuestos. Pero ya sabemos que en la política hay una norma de oro: el jefe nunca se equivoca.
Inflexión
Zapatero quiere hacer del nuevo Gobierno un punto de inflexión de la legislatura para cambiar las coordenadas del debate, de forma que no gire todo en torno a la estadística mensual del desempleo. Tiene a su favor el acomodaticio papel en el que está instalado Rajoy, que evita pisar minas, pasando de puntillas sobre la sentencia del ‘Estatut’ (pese a haberlo llevado al Tribunal Constitucional), la reforma laboral y la reforma de pensiones. En algún momento, el líder de la oposición tendrá que decir algo más arriesgado que lo obvio. No se puede estar todo un mandato pidiendo la bajada de impuestos y reclamando más gastos.
Ahora bien, el presidente del Gobierno no puede engañarse, por muy eficaz que sea Rubalcaba. En medio de una crisis económica tan profunda como la que padecemos, es muy difícil que el nivel de paro no sea decisivo para que los ciudadanos se formen una opinión electoral. Los conejos que saca Zapatero de la chistera, como esa novedosa agenda social para desempleados de larga duración, retóricamente presentada como nuevo pilar del Estado del Bienestar, no pasa de ser una pompa de jabón, similar a aquella Ley de Economía Sostenible, ejemplo de norma intranscendente.
En Asturias, el clima político de la región tiene perfiles propios, porque en vez de existir una oposición que acosa al Gobierno autonómico, nos encontramos con un PP dividido y descabezado, sin un líder reconocible y reconocido. Ante este panorama, los socialistas se lo toman con calma. Dejan pasar las jornadas en silencio, atendiendo la famosa consigna, ‘cuando el enemigo se equivoca, no lo distraigas’. Aunque con tanta cautela están perdiendo la ocasión de presentarse ante la sociedad como la única opción política que puede ofrecer estabilidad al electorado. No basta con decirlo en un par de mítines, se trata de un mensaje que debe visualizarse a diario. La dificultad que tienen los socialistas asturianos para desenvolverse en un marco distinto a los actos de partido hace que estén desperdiciando una ocasión única. Poca comunicación y siempre orientada al votante nítido de izquierdas, bien sea cuando se reivindica la memoria histórica o cuando se niega la existencia del centro en política. Creo que para atraerse una mayoría social es preciso lanzar otros mensajes.
Perdidos casi dos meses, la agenda política de la región señala que toca sumergirse en la negociación presupuestaria, una etapa que se prolongará hasta diciembre, y de la que siempre saca más partido IU que el PSOE. A estas alturas resulta imposible acabar con el sinsentido de acordar unos presupuestos entre dos socios de Gobierno siguiendo las pautas de la negociación sindical: tensiones, desplantes, pronósticos negativos, ultimátum, etcétera.
Presupuestos
En esta ocasión, las cifras constituyen un pretexto para IU, porque su principal pretensión no es asegurarse una base de gestión para sus consejerías, ya que en marzo se disuelve la Cámara, sino romper con la práctica dominante, de la que participa el PSOE, para hacer una precampaña electoral apoyada en el argumento de que «hay otra forma de salir de la crisis económica, distinta a la que señalan los mercados». IU va a tensar la cuerda, porque después de la huelga general tiene abierto el surco para el discurso electoral, y ahora toca abonarlo con cifras.
En esta coyuntura, los socialistas no lo tienen fácil. Todos los gobiernos autonómicos están reduciendo sus presupuestos (Galicia, 10,8%; Andalucía, 6,1%; Extremadura, 7,7%; Las Canarias, 12,6%; Madrid, 10%), así que no hay margen para hacer concesiones a la demagogia. Si las negociaciones fracasaran, temen que el PP encuentre un flanco para atacarles, al ser incapaces de llevar la alianza de Gobierno a buen puerto. Aún con todo, creo que la clave de las penalidades del PSOE en las sucesivas negociaciones presupuestarias se encuentra en la opacidad del método empleado, sin que el público pueda conocer sus argumentos. Zapatero acaba de cerrar un pacto presupuestario con el PNV y Coalición Canaria, con un nivel de información y transparencia muy superior a los acuerdos asturianos. Las sucesivas fotos finales de los pactos, con las balsámicas palabras de los líderes, son pura retórica. Si el recorte queda por debajo del 6%, el tocho de los presupuestos no pasará de ser una octavilla electoral.

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por JUAN NEIRA

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