La primera conclusión del sondeo electoral que hoy se publica en EL COMERCIO es que el resultado de los próximos comicios autonómicos será muy diferente para el PP si al frente de la candidatura está Francisco Álvarez-Cascos o Isabel Pérez-Espinosa. De una nítida victoria si la lista va a encabezada por el ex ministro se pasa a una clara derrota si la candidatura va liderada por la concejala ovetense. De alcanzar el PP un resultado histórico, casi cinco puntos por encima de su mejor registro (año 1995), pasaría a sufrir un fuerte retroceso quedando por debajo del porcentaje de sufragios logrado en las dos últimas citas autonómicas, las de los años 2007 y 2003. Para el PP, cambiar a Cascos por Espinosa es pasar del día a la noche.
La segunda conclusión, ligada a la primera, es que todo el mapa electoral sufre cambios, según entren en liza Cascos o Espinosa. El desgaste que sufre el PSOE en todas las encuestas realizadas en España desaparece en Asturias si el PP pone a Espinosa de candidata. En ese supuesto, los socialistas asturianos calcan el porcentaje de votos de los últimos comicios, cuando en nuestra región se rozaba el pleno empleo. Por muy dañino que sea el crecimiento del paro para el PSOE, más quebranto causa al PP competir con una candidata elegida para impedir el retorno del ex ministro.
El resto de opciones electorales, desde IU, y UPyD, hasta las agrupadas bajo los epígrafes de “otros” y “en blanco”, sufre cambios según quién sea el candidato del PP. Todos los partidos obtienen menos sufragios si Cascos es el cabeza de lista, con la excepción de la URAS, que repite porcentaje con independencia de que en la contienda concurran Espinosa o Cascos. Las opciones exóticas -votos en blanco o el recurso a grupos casi desconocidos- descienden si el ex ministro es candidato. De una rápida lectura de la encuesta se impone una conclusión: con Cascos gana el PP y con Espinosa gana el resto.
Claves
Un cambio tan profundo en función de la personalidad del candidato no es usual en el comportamiento del electorado. Hay que acudir a claves que no se dan en coyunturas convencionales. En medio de la crisis económica el papel de los líderes cotiza al alza. La posibilidad de contar con un cabeza de lista de dimensión nacional aumenta la confianza de los ciudadanos en una fuerza política. Al final, puede que esa baza no tenga mucha influencia en la práctica cotidiana del gobierno de una región, pero el electorado tiende a sobredimensionar las ventajas de un recurso con el que nunca contó su comunidad autónoma. Esa es la razón por la que hasta un grupo situado en las antípodas ideológicas del PP, como es IU, obtenga menos votos si se presenta Cascos.
Aunque es importante la cuestión del liderazgo, la mayor diferencia en la intención del voto en función de la personalidad del candidato se debe a la crisis del PP. Me explico. En la encuesta aparece que entre los votantes declarados del PP, el 81,5% prefiere a Cascos de candidato y el 8,3% opta por Espinosa. Una diferencia de diez a uno. Como la gente está informada de lo que pasa, la apuesta por Espinosa no la percibe la derecha social asturiana como el intento por renovar la representación institucional del PP, apostando por jóvenes valores, sino como una maniobra dirigida para impedir el retorno del candidato natural. En las contestaciones de los encuestados hay un voto de castigo implícito al proceder de Gabino de Lorenzo y Ovidio Sánchez. No es extraño, por ello, que de todos los líderes nacionales y regionales expuestos a valoración, sea Ovidio Sánchez el que saque la nota más baja. La candidatura de Espinosa se interpreta como el fruto de una conspiración interna del aparato del partido, no como la persona designada para competir con los socialistas. El problema para Espinosa no reside en que sólo la conozca el 42,2% del electorado, sino que la gran mayoría de la gente que la reconoce sabe para qué fue designada por Gabino de Lorenzo. Es muy difícil que la sociedad deposite la confianza en una candidata que no ha sido propuesta par
Javier Fernández
La encuesta arroja conclusiones interesantes sobre el candidato socialista, Javier Fernández. El tendón de Aquiles del candidato socialista era su baja notoriedad. Al menos ese fue el sambenito que le acompañó los últimos años, cuando se especulaba con su posible candidatura. El sondeo, realizado en el mes de septiembre, desvela que a Javier Fernández ya lo conocía un 55,1% del censo electoral, cuando sólo había realizado dos apariciones públicas en clave de candidato. Con toda la organización socialista unida detrás de su líder es de imaginar que la campaña electoral la iniciará con más de un 80% de notoriedad entre el cuerpo electoral.
Otro rasgo interesante reside en las tendencias de los votantes socialistas, que en el 42,4% se inclinan por preferir a Javier Fernández de candidato, seguido con un 30,5% por Álvarez Areces. Este dato demuestra a las claras la modélica transición realizada en la candidatura socialista. El comportamiento impecable de Areces, Fernández y el resto de hombres fuertes del partido hace que el electorado socialista asuma las decisiones de su partido. Hay un tercer factor relevante para los socialistas que está oculto en la encuesta: las consecuencias de la crisis interna del PP. De Lorenzo comparó, ayer, a los seguidores de Cascos con los integrantes de la Kale Borroka, que todos sabemos que es el vivero de ETA. Las barbaridades que se pueden decir y cometer los jefes del PP regional son impredecibles. Un campo de minas amenaza el futuro de la candidatura del PP.
Por último, el tercer partido que sacaría escaños, IU, se mueve entre el 9% y el 9,7% de votos, de lo que cabe presumir que retendrá su cuota parlamentaria.