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Juan Neira

LARGO DE CAFE

PP, MODELO LÍBANO

En dos ocasiones, Mariano Rajoy ha dicho a Álvarez-Cascos que le apoyaría. Sin embargo, el presidente del PP no ha manifestado en público su parecer, más allá de los conocidos circunloquios sobre la necesidad de contar con el mejor candidato posible, así como tener en cuenta el sentir de las bases y mantener la unidad de la organización. Para ser una cuestión importante para el PP nacional, con seis meses de debate en los medios, no se puede decir que Rajoy haya sido muy explícito. Es más, en todas las ocasiones que dirigentes del partido se manifestaron a favor del ex ministro o jugaron al distanciamiento calculado, el presidente no ha dicho nada. Guardó silencio ante las investiduras a dedo de Gabino de Lorenzo y no dijo ni palabra sobre el posicionamiento de miles de militantes que pedían la palabra. A estas alturas del debate, Rajoy es el gran mudo.

En manos del presidente del PP está la decisión. No nos creamos cuentos infantiles sobre la autonomía de los comités electorales, porque ese tipo de estructuras no tienen poder decisorio en ningún partido. Manda el jefe, condicionado por el parecer de los principales dirigentes. En metodología científica se llama coste de oportunidad a lo que se renuncia al decantarse por una opción concreta. Cualquier candidato que no sea Cascos conlleva pérdida de votos (difícil de precisar la cuantía) y supone llevar la contraria a la plana mayor del PP nacional, con la excepción de Dolores de Cospedal. Elegir a Cascos implica enfrentarse a Gabino de Lorenzo y Ovidio Sánchez, así como al grupo de colaboradores de ambos, ubicados en órganos de dirección que no se reúnen. Aún con todo, Rajoy puede asumir el coste de actuar contra la lógica.

La cosa cambia si Rajoy valora al PP asturiano, en su conjunto. Desde la absurda crisis con el Gobierno de Marqués, se trata de una organización a la deriva, degradada, con capacidad para subirse a la ola del PP nacional, pero sin aportar nada por si misma, y con el virus de la división entre dirigentes. Una dinámica así no cambia con la llegada al Gobierno. Ovidio Sánchez está de retirada y De Lorenzo se encuentra en un socavón sin salida. Elegir a cualquier candidato que no sea Cascos supone chocar con bases y votantes, así como perpetuar la división. El verdadero coste es la renuncia al liderazgo. Rajoy tiene que decidir si quiere que el PP asturiano sea el Líbano.

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por JUAN NEIRA

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