El fiscal general del Estado ha afirmado que propondrá penas de hasta ocho años de cárcel para los controladores que abandonaron el puesto de trabajo, porque considera que incurrieron en un delito de sedición al dejar el servicio de una forma premeditada y concertada. Por su parte, Aena ha expedientado a 440 controladores, dos de ellos pertenecientes al aeropuerto de Asturias. Por la vía judicial y la administrativa, los controladores van a tener que argumentar que no hicieron nada malo, y que la culpa del caos la tuvo el Gobierno. O bien justificar que estaban enfermos, aunque sea muy sospechosa la baja simultánea de tantos trabajadores. En cualquier caso, no puede extrañarles la apertura del doble expediente, ya que es imposible que la Fiscalía y la empresa miren para otro lado después de lo sucedido.
En el debate del Congreso de los Diputados, el Gobierno obtuvo la solidaridad de varios grupos parlamentarios, aunque toda la oposición criticó la forma de gestionar el conflicto. Zapatero no aclaró si va a pedir la prórroga del estado de alarma, aunque se expresó con una cautela que invita a pensar que se prolongará la alarma durante los próximos meses. Es una situación incómoda, porque el recurso al Ejército, una vez pasadas las primeras 48 del conflicto, es como matar una pulga a cañonazos. No favorece la imagen de España tener que gobernar bajo el amparo de un protocolo de excepción.
El Gobierno ha introducido cambios en la normativa laboral por la que se rigen los controladores. Debería también revisar otras normas, porque no es lógico estar negociando durante años la revisión de un convenio ni seguir a estas alturas sin una ley de huelga. Ninguna de estas medidas sirve para impedir el abandono masivo de los puestos de trabajo, pero mejoraría el cauce por el que tienen que transitar las relaciones laborales. Aunque puestos a introducir una mejora, lo más urgente es la apertura del mercado de trabajo, de forma que haya más controladores y tengan diferentes vías de acceso. Hay otros colectivos laborales que también tienen el monopolio de la oferta de mano de obra, así que la renovación de los marcos laborales debe ser más amplia. Zapatero defendió la valentía de Blanco enfrentándose a los controladores, aunque por ahora los efectos son parecidos a los que provoca un elefante cuando entra en una cacharrería.