Tras la conferencia en Oviedo sobre la alta velocidad asturiana, Álvarez-Cascos recogió el Premio a la Trayectoria Política, que entrega la organización del PP del Distrito de Salamanca (Madrid). El ex ministro aprovechó la ocasión para reflexionar sobre los fundamentos de la actividad política. Por cierto, no recuerdo haber leído ninguna intervención similar a Gabino de Lorenzo, Ovidio Sánchez o Pérez-Espinosa. Ni siquiera una ligero comentarios de cinco minutos entre plato y plato. Y eso que los dirigentes del aparato repiten con frecuencia que en las listas electorales “deben ir los mejores”, sin aclarar en qué tienen que ser los mejores. Otro tópico habitual en sus declaraciones es que sólo les interesa “hablar de proyectos”, sin que sepamos la naturaleza de esos proyectos. Si se trata de reflexionar sobre conceptos de la actividad pública, no descubro ningún secreto si digo que el actual PP asturiano es un erial.
Cascos se mostró preocupado por el descrédito de la política que lleva a predicar la despolitización de la vida pública. De lo general fue a lo concreto, para criticar la expulsión de los políticos de los consejos de administración de las cajas de ahorro. Recordó que en las quiebras bancarias sufridas en la crisis no hay políticos, sino individuos de otra extracción social. Abogó por liderar la regeneración de la política, poniendo a gente capaz en puestos de responsabilidad. Hace unos días, un ilustre ex de la política asturiana me dijo que “el problema de Asturias consiste en que los políticos pasan directamente del fracaso escolar al coche oficial”.
En el descrédito de la política juegan muchos factores, pero uno específico de España reside en la necesidad que tienen los gobiernos de remediar sus déficit parlamentarios recurriendo a grupos nacionalistas, que están en las antípodas de representar los intereses generales. Cuando se obvian los intereses generales, surge la degradación de la cosa pública. La propuesta de Cascos de poner a políticos competentes en las cajas de ahorro llevaría a forzar la dimisión de los actuales, porque no saben nada del sector. Hace unos años había un edil ovetense, consejero en Cajastur y consejero de Hidrocantábrico, que tuvo dificultades en una conversación informal para distinguir entre kilovatio y kilopondio. Ese día saltaron los plomos en mi casa.