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Juan Neira

LARGO DE CAFE

MAPA ELECTORAL

En todas las elecciones autonómicas, en Asturias, el mapa de fuerzas estuvo marcado por la hegemonía de los dos partidos de izquierda, PSOE e IU. En las siete citas electorales, la izquierda obtuvo una mayoría holgada, con la excepción de los comicios del año 1995, cuando PSOE e IU obtuvieron una mayoría absoluta raspada, al lograr 23 escaños. Alianza Popular y, posteriormente, el Partido Popular sufrieron derrotas muy abultadas durante los años ochenta del siglo pasado, mejorando resultados a mediados de los noventa y durante las dos convocatorias realizadas en el siglo XXI (2003 y 2007). Aún así, es preciso destacar que el espacio político del centro-derecha obtuvo el máximo número de escaños en el año 1987, cuando AP tocó fondo con su registro más bajo, 13 escaños. En aquella ocasión, la irrupción de un partido recién creado, el CDS, obtuvo 8 diputados en la Junta General del Principado. El centro-derecha sumó 21 diputados, los mismos que obtendría con Sergio Marqués en 1995.

Dos marcas

Breve incursión municipal. En 1987, el CDS logró 6 concejales en el Ayuntamiento de Gijón, uno menos que AP. Ni antes ni después el centro-derecha en Gijón llegó a contar con 13 concejales. Cuatro años más tarde, en el Ayuntamiento de Oviedo, De Lorenzo quedó a las puertas de la mayoría absoluta y fue investido alcalde gracias a los votos del CDS. Antonio Masip, táctico consumado, trató de retener el poder con la misma fórmula que aplicó Maragall cuando perdió las elecciones catalanas de 2003, al negociar un tripartito con IU y el CDS. Los poderes fácticos regionales desbarataron la maniobra, tras una discreta labor de persuasión con los líderes del CDS. Para arrebatar la Alcaldía de Oviedo al socialismo, el centro-derecha tuvo que recurrir a dos marcas electorales.

De lo expuesto hasta ahora quedémonos con dos conclusiones: la izquierda tuvo mayoría absoluta a lo largo de toda la etapa autonómica, sin excepción, y el centro-derecha alcanzó el máximo de representación e influencia cuando se presentó bajo la forma de dos partidos.

Hasta ahora, las urnas no permitieron la alternancia en el Principado. Los ciudadanos siempre dieron a la izquierda la opción de gobernar en Asturias. La llegada de Sergio Marqués al poder, con la formación de un Gobierno monocolor del PP, sólo fue posible porque IU no apoyó la investidura de Antonio Trevín. En aquella época, Julio Anguita había impuesto la doctrina de “las dos orillas”, considerando al PSOE tan “enemigo de clase” como al PP. La oportunidad de haber gobernado en Asturias se la debe el PP a Anguita; no creo que se lo hayan agradecido nunca. La situación fue tan esperpéntica que para aprobar los primeros presupuestos de la legislatura (allá por el mes de mayo de 1996) tuvo que producirse una peripecia increíble que dio con Jerónimo Saavedra en el grupo mixto, y así entre la derecha y el grupo mixto la región se puso a andar con muletas.

Tercer partido

La entrada en liza de un nuevo partido liderado por Álvarez-Cascos propiciará la ruptura del mapa electoral, tal como lo hemos conocido desde los comicios de 1983. No ha llegado el momento de especular con número de escaños, pero los resultados de la primera encuesta realizada por una empresa seria para un periódico madrileño, y el ambiente en la calle, permiten pensar que tendrá una implantación parlamentaria importante. No se puede hablar de horquilla de escaños, pero sí de un peso más que suficiente para desbaratar los equilibrios de fuerzas habidos hasta ahora.

Las elecciones estaban planteadas en forma de pulso entre PSOE y PP, y ahora va a comparecer un nuevo partido para ampliar la disputa a tres bandas. El equipo de Gabino de Lorenzo, que es el que manda en el PP y diseña la estrategia electoral, tendrá que empezar de cero, porque el discurso de los chiringuitos socialistas y las diatribas contra Marroquín (es la primera vez que un partido de oposición sustituye la crítica al Gobierno por las imprecaciones hacia uno de sus empleados) no le va a evitar la fuga de votos hacia la formación de Cascos. Hay una premisa que deben tener clara: donde iba a tener más votos el PP, con el esquema bipartidista, será donde obtenga más sufragios el grupo de Cascos ¿Qué estrategia deben emplear? Una campaña en clave autonómica, como corresponde a la naturaleza de los comicios, es muy incómoda para un grupo que no ha hecho nada en cuatro años.

La irrupción del nuevo partido también afectará a los pequeños grupos que pugnan por obtener algún escaño en la Junta General del Principado. Una parte nada desdeñable del caudal de votos de estos partidos se debe al rechazo de los ciudadanos al bipartidismo. En cuanto haya una tercera opción con clara proyección parlamentaria, el voto discrepante con el sistema se canaliza hacia esa fuerza.

Y también influirá en la estrategia del PSOE. Como expusimos más arriba, la aparición de dos marcas electorales aumentó, en 1987, la representación institucional del centro-derecha en Asturias y en Gijón. Aunque todavía es prematuro para afirmarlo, a tenor de las primeras entrevistas de Cascos, el nuevo partido va a optar por un perfil muy pragmático, con borrosos contornos ideológicos, lo que ampliará los términos de la controversia. Únicamente, IU, con su nicho ideológico, no tendrá que cambiar de planes. No sólo va a mutar el mapa electoral, sino que se ampliará el marco de alianzas, pudiendo darse algunas carambolas para desplazar a caciques con traje de alcaldes. Esto se va a mover.

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por JUAN NEIRA

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