En FITUR, Javier Fernández ha criticado Foro Asturias, partido recién creado por los seguidores de Álvarez-Cascos. El candidato socialista señaló que Foro Asturias tiene el inequívoco aroma a derecha dura, aclarando que se trata de un partido nuevo con ideas viejas.

El día anterior a producirse las declaraciones del secretario general de la FSA, Jesús Gutiérrez, número dos del partido, ya había calificado de risible la etiqueta de partido centrista, contenida en los estatutos de Foro Asturias. Con la alusión a la derecha dura, realizada por el candidato, queda claro que los socialistas escogen el flanco de la ideología para criticar al nuevo partido. Es evidente que la trayectoria de cualquier político arroja datos sobre la ideología con que se mueve en la vida pública. Álvarez-Cascos, como Javier Fernández o Pérez-Espinosa, no es una excepción. La gente capta la ideología de los líderes con la rapidez de las imágenes, sin dejar espacio para la duda. Sin embargo, cuando se reflexiona sobre las actuaciones de los políticos las conclusiones distan de estar nítidas. ¿Cuál es la ideología de Zapatero? ¿La del líder que va del brazo de los sindicatos, o la del presidente de los recortes sociales y que ampara las Sicav? ¿Cuál era la ideología de Aznar? ¿La del primer mandato gobernando con los nacionalistas o la de la del segundo mandato alineado con Bush? ¿Qué ideología tenía Felipe González? ¿La del conseguidor de los fondos europeos o la del presidente que rompe con UGT? ¿Qué ideología tenía Adolfo Suárez? ¿La del jerarca azul del Movimiento o la del presidente que impulsa la Constitución democrática? No hay blanco ni negro, sino una amplia gama de grises.

Desde una perspectiva estratégica, es lógico que Javier Fernández escoja la argumentación ideológica porque protege a su electorado natural del intrusismo de otras fuerzas. Ante el desgaste del socialismo gobernante la ideología puede ser una barrera para frenar la volatilidad del voto. Supongo que el líder socialista será consciente de que en el año 2011 la carta de la ideología no tiene el carácter de salvoconducto que poseía hace treinta años. En plena crisis económica el miedo a la derecha produce menos alarma que la lista del paro. Sin despreciar el argumento de la ideología, me parece que la batalla electoral se va a centrar en la credibilidad.