Para salir del debate basura, el Ayuntamiento de Gijón hizo lo que tocaba: publicar todas las compras realizadas, desde el año 1999, a las empresas especializadas en mobiliario de oficina para demostrar que no tiene nada que ocultar en la relación con los proveedores. Deberían otros grandes ayuntamientos de la región dar a conocer a la opinión pública la relación de operaciones de compraventa con el objeto de que la ciudadanía se forme un juicio sobre el particular. La opinión es libre, pero los hechos son sagrados, así que lo mejor es presentar los datos. Tras la conmoción social producida por el encarcelamiento de Riopedre, se puede caer en la respuesta histérica de poner bajo sospecha cualquier compra realizada a Igrafo o Almacenes Pumarín, lo que más que un rasgo de rectitud de conciencia es una prueba de estupidez o de fobia insuperable. Es lógico que las grandes empresas del sector vendan más, con independencia de la presunta relación delictiva que pudiera haber habido en un caso concreto con la Administración.
Ana Rosa Migoya ha declarado que en cuanto se levante el secreto del sumario el Gobierno regional comparecerá por propia voluntad en la Junta General del Principado para dar las explicaciones necesarias sobre lo sucedido en el Ejecutivo con los suministradores de material de oficina. La consejera portavoz estuvo mucho más acertada que en la víspera, porque no se trata de hacer girar las imputaciones penales de dos ex altos cargos sobre el proceder irregular o delictivo de una funcionaria, sino en mostrar la solidez del Gobierno dispuesto a dar explicaciones y someterse a la crítica del Parlamento. Las instituciones deben actuar con transparencia, mostrar sus cuentas firmadas por interventores y evitar comportamientos excéntricos. Mucha tranquilidad.
Desconocemos lo que la investigación judicial dará de sí, pero con lo ya realizado ha provocado un fuerte impacto en la sociedad. La situación debe sosegarse, porque no podemos pasar, de golpe, de ser una comunidad autónoma con un nivel de corrupción muy bajo a convertirnos en la Marbella del norte. Durante muchos años hemos oído comentarios de todo tipo sobre el funcionamiento de las grandes empresas del INI y ahora va a resultar que la concupiscencia en las relaciones mercantiles se escondía entre sillas, pupitres, rotuladores y plastilina.