En el Comité Autonómico del PSOE se aprobaron las líneas maestras del programa electoral. Javier Fernández señaló que las propuestas están orientadas a superar la crisis económica. Añadió que habrá un capítulo para el mundo rural, así como otro para la demografía, la Igualdad y la conciliación familiar. El candidato socialista anunció que la defensa del Estado del Bienestar implica realizar reformas en los servicios públicos.
Como en anteriores comicios, a estas alturas del calendario, a 40 días de las votaciones, no sabemos nada concreto de los programas electorales. No seré yo quien sacralice la importancia de las programas, porque gobernar significa, por encima de cualquier consideración, gestionar la coyuntura, pero es importante saber con qué bagaje de reflexión colectiva llegan los distintos partidos a la campaña. Hace cuatro años, uno de los grupos parlamentarios despachó con menos de doce palabras su propuesta sobre el tratamiento de residuos, y luego se permitió hacer valoraciones sobre el vertedero y la incineradora. Los socialistas ya elaboraron un largo documento programático, el pasado otoño, pero desconocemos las medidas concretas que van a proponer a los ciudadanos. Sobre este asunto llama la atención la deriva en que han incurrido los programas de todos los partidos que se centran en un compendio de buenas palabras y propuestas indoloras, para no ahuyentar a los electores. Llevamos ya muchos años asistiendo a puestas de escena vacías, así que tenemos derecho a exigir planteamientos sólidos.
Empleo
Hace 29 años, Felipe González ganó por abrumadora mayoría unas elecciones generales a las que concurría con la promesa de crear 800.000 empleos. Nada de eso ocurrió. Hoy, ese planteamiento carecería de sentido, ya que todo el mundo sabe que para crear empleo, primero hay que lograr que el PIB crezca por encima del 2%. Los programas no pueden ser una carta a los Reyes Magos para mayores de 18 años. Se presupone que todos los partidos están por la labor de luchar contra la crisis económica y que apoyarán a todos los sectores económicos que lo necesiten. La parte interesante de los programas electorales no reside en esos planteamientos, sino en dos aspectos: las medidas que se van a introducir en la gestión de los servicios públicos y las propuestas singulares en otros capítulos, como infraestructuras o energía.
Sanidad
Esta semana, el PSOE y el PP se enzarzaron en una polémica sobre el copago en la Sanidad. Los socialistas dijeron que el copago estaba en el “programa oculto del PP” y los populares respondieron que los únicos que habían hablado de apoyar el copago habían sido los socialistas. Un debate profundo. ¿El error de un programa electoral está en introducir el copago o en lavarse las manos y dejar que la Sanidad se degrade? Todavía no hubo un partido político que dijera algo real y concreto sobre la forma de reducir el déficit sanitario que amenaza con llevarse por delante las prestaciones públicas.
El mejor ejemplo de ello es lo que está pasando en Cataluña, donde las cuentas estaban tan descompensadas que se impuso un paquete de medidas radicales: supresión de 2.000 camas en hospitales, paralización de las obras en los siete hospitales que estaban en construcción y en 44 centros de salud, la revocación del compromiso de operar antes de los seis meses de espera, y la introducción de medidas de ahorro tan tercermundistas como el retardo en la mudanza de sábanas (66.000 euros de ahorro por ese concepto). En Cataluña, el recorte de 850 millones de euros supone, en la práctica, el cambio de modelo sanitario. ¿Es mejor introducir el copago o dejar al 50% de su capacidad las unidades de cuidados intensivos? Una disyuntiva que recuerda a la planteada hace algunos meses sobre las pensiones: reformarlas o asistir impertérritos al derrumbe del sistema de solidaridad intergeneracional.
Educación
Frente a la crisis económica se pueden hacer algunas cosas desde Asturias, pero la capacidad que tiene el Principado de mitigar la crisis es muy limitada. Sin embargo, la gestión de los servicios públicos está en manos de las comunidades autónomas. Sobre la Educación también se necesitan nuevas propuestas. En manos del Principado está el devolver la autoridad a los profesores, convertir a los equipos directivos en verdaderos gestores de los centros y en tratar de aumentar el porcentaje de alumnos de excelencia. No se puede pasar una legislatura entera discutiendo sobre asuntos de nulo interés público, como la introducción del complemento de la carrera profesional, un plus pagado por todos los ciudadanos para que los enseñantes cobren dos veces la antigüedad, sin que guarde ninguna relación con el rendimiento escolar.
Dependencia
El marasmo en la gestión de la Dependencia, con cifras, ratios y prestaciones, a gusto de cada territorio, también debe ser controlado, ordenado y simplificado. Menos burocracia y más eficacia. Todavía tengo en el recuerdo aquella negociación de los presupuestos del Principado que estuvo a punto de irse al garete porque hacía falta contratar a más funcionarios para valorar a los potenciales beneficiarios de la Dependencia…En todo esto hay que introducir reformas sobre la base de decir cosas concretas. El resto es mera liturgia electoral.