Pérez-Espinosa anunció las medidas más destacadas de Educación que oferta el PP. La propuesta estrella es el reconocimiento del derecho de las familias a elegir el centro escolar que les parezca más conveniente para sus hijos. Se trata de un calco de la medida presentada hace una semana por Esperanza Aguirre para Madrid. Hace bien la candidata asturiana al imitar a la presidenta madrileña, porque cuando se está en un gran partido se debe aprender de la forma de hacer política de los dirigentes más prestigiosos que están acostumbrados a ganar elecciones. La idea es acabar con el mapa escolar que hay ahora en los municipios grandes y medianos, por el que los colegios tienen una zona de influencia marcada en el callejero, debiendo circunscribirse a la admisión de alumnos que residan en las calles que están cerca del colegio. Con la elección libre de centro, las opciones para las familias aumentan.
La libre elección de centro, como la de médico, es muy atractiva, en teoría, pero debe establecerse una regulación detallada para llevarla a la práctica. Si se permite a las familias que matriculen a sus hijos donde les parezca, en seguida habrá algunos centros que tendrán una demanda muy superior a su capacidad de recepción de alumnos, y entonces será el equipo directivo de turno el que decida quiénes tienen plaza y quiénes quedan excluidos. Es fácil de imaginar que los alumnos discapacitados, inmigrantes y con mal expediente académico no pasarán el filtro del claustro de profesores. También se dará la situación opuesta, con colegios que tendrán las aulas semivacías por falta de demanda. El sistema actual es excesivamente rígido. La alternativa pasa por bonificar a los centros que tienen más demanda, de modo que cuenten con más medios (profesores, material didáctico) para impartir clase y puedan matricular a más alumnos. Ahora bien, todo tiene un límite y el Gobierno debe regular la normativa para distribuir a niños y jóvenes por los centros, no puede quedar en manos del libre criterio de los claustros.
Pérez-Espinosa habló de extender el bilingüismo, apoyar al asturiano y crear un “área de Religión de calidad en la escuela pública” que imparta valores éticos. Esto último es verdaderamente nuevo. Bastante complejo es regular la asignatura de Religión, como para configurar toda un área religiosa que incluya valores éticos.