El Comité Ejecutivo del PP asturiano se reunión para valorar los resultados electorales. El órgano directivo del PP señaló en un comunicado que los votos recibidos no fueron los esperados y que trabajarán para recuperar la confianza de los ciudadanos. Del cómputo de las urnas, el Comité Ejecutivo extrajo dos conclusiones: los asturianos no quieren un Gobierno de la izquierda ni desean que un partido cuente con mayoría absoluta. Puestos a sacar conclusiones evidentes, la dirección del partido debería empezar por constatar que el domingo pasado obtuvieron el peor resultado de toda su historia. Era difícil empeorar la marca de las elecciones autonómicas de 1999, cuando la crisis con Sergio Marqués, pero lo hicieron y de largo.

El contexto de la cita electoral era el más favorable para un partido de la oposición, con grave crisis económica, altas tasas de paro y pésimas perspectivas económicas y sociales. El PP nacional, liderado por Mariano Rajoy, logró el mejor resultado del PP en unas elecciones autonómicas y municipales en toda España; sin embargo, la organización asturiana, acostumbrada a perder en todas las citas con las urnas, descubrió que su suelo electoral aún era más bajo de lo que conocíamos. La causa del pésimo resultado se debe a haber rechazado la candidatura de Álvarez-Cascos, el político que ganó los comicios. Los electores del centro-derecha siguieron a Cascos y el PP se quedó con la mitad de los escaños que tenía.

Tras constatar este hecho, lo lógico es que los responsables del descalabro dimitieran. Nada de eso ha ocurrido. Pérez-Espinosa, la candidata autonómica, recibió un partido con 20 escaños y lo redujo a 10. Pilar Fernández Pardo tenía 12 concejales y se tiene que conformar con 5. De Lorenzo pasó de 17 a 11. Ovidio Sánchez, presidente del partido, sigue disfrutando de la excelente primavera. No dimite nadie, ni hay asomo de autocrítica. Los mismos dirigentes que firmaron el Pacto del Tizón contra Cascos son los que protagonizaron la debacle electoral. No pasa nada. En la campaña, Cascos criticó el conformismo de los líderes del PP, encantados de estar instalado en la oposición y sólo pendientes de mantener sus poltronas. Ahora queda claro, se puede perder todo menos las poltronas. Desde sus cómodos asientos hacen planes de futuro. Afiliados y votantes del PP se merecen otros dirigentes.