El retorno de Álvarez-Cascos a la política asturiana, su carrera-exprés de caballero errante sin partido hasta la Presidencia del Principado, recorrida en un semestre, se apoya en las experiencias, observaciones, lecturas e influencias de 35 años de actividad política. En el Cascos presidente está englobado el único concejal de AP en el Ayuntamiento de Gijón, el líder opositor en el Principado, el senador que trabaja en los legajos sobre la elección de los parlamentarios asturianos a las Cortes de Cádiz para escribir el libro, “Los parlamentarios asturianos en el reino de Fernando VII”, el Secretario General del PP, el vicepresidente del Gobierno y ministro de Aznar. Todos están interrelacionados y posibilitaron el sorprendente éxito del 22 de mayo.
GIJÓN
El 3 de abril de 1979, Cascos sale elegido concejal del Ayuntamiento de Gijón. Es el único edil de AP en la primera Corporación de la democracia. Simultáneamente es el único miembro de AP en la Diputación Provincial. Debate solo con grupos formados por varios concejales o diputados. Dice “nosotros” en los plenos del Ayuntamiento, cuando en realidad es “yo” (Alfredo Villa, a la sazón, secretario del Ayuntamiento de Gijón, le dice con socarronería no exenta de afecto que empleaba un plural mayestático, “nosotros”, cuando se refería sólo a su persona).
De aquella experiencia inicial, peleando en soledad contra partidos con sobrerrepresentación institucional, nacen dos enseñanzas: la necesidad de aplicar un ritmo de trabajo intenso en la política y la obligación de saber de todo. Cascos es un edil y diputado generalista, obligado a tener conocimientos en las más diversas materias. Una experiencia similar le ocurriría entre 1996 y el año 2000, como ministro de la Presidencia. Tiene que presidir todos los miércoles la reunión de subsecretarios en las que se encauzan todas las decisiones que sancionan los consejos de ministros. Cascos aprende a luchar sólo y a batirse en todos los terrenos.
De la soledad de concejal nace una de las iniciativas más futuristas de la Corporación gijonesa, cuando en 1979, contra el criterio del alcalde Palacio y del presidente de la Renfe, Alejandro Rebollo, propone el soterramiento de las vías y la supresión de la barrera ferroviaria. La oportunidad de aprovechar la presidencia asturiana en Renfe quedó reducida a la remodelación de las estaciones. Veinte años después, con el edil convertido en ministro, volvería la ocasión de soterrar las vías con el proyecto del metrotrén.
De sus debates en la Junta General del Principado, queda la oposición de Cascos a la prioridad del Gobierno de Pedro de Silva de trazar un ramal que nos uniera con Europa. Cascos defendía la conexión con Madrid y Galicia. Las controversias sobre el carbón y el acero darían paso a la iniciativa de Cascos, “El plan de Ensidesa 90”, en unos años de pesimismo, en los que se especulaba desde el poder con el irreversible declive de los dos productos sobre los que giró todo el progreso de Asturias.
FRAGA Y AZNAR
La referencia intelectual e ideológica de Cascos es Fraga. El ex ministro de Interior es el teórico del “centro”, aunque luego esa doctrina sería comprada por Adolfo Suárez. Algunos de los principales colaboradores (Pío Cabanillas) de Fraga también se irían con Suárez. Fraga es el creador del concepto de la “mayoría natural”, lo que ahora se denomina, “centro-derecha”. Fraga pronunció una conferencia en el Ateneo Jovellanos de Gijón, bajo el título, “Jovellanos en la perspectiva de la sociedad española actual”, que impactó al joven político gijonés. Los posteriores desarrollos políticos de Cascos parten de los iniciales conceptos de Fraga.
Aznar es el gran organizador de la derecha española, que sólo con el PP, después de más de dos siglos, llega al poder desde la oposición. Como secretario general del PP, Cascos forma equipos, levanta organizaciones regionales, provinciales y locales, y traza la estrategia ganadora. La travesía no fue sencilla. Cuando Cascos se instala en Madrid, como secretario general (año 1989), la situación era muy delicada, tras el batacazo de Marcelino Oreja en las elecciones europeas. El CDS era la opción rampante. Fraga vuelve a la presidencia del partido para evitar la desmembración de la organización. A Cascos le toca el trabajo duro que pone al PP a las puertas del Gobierno en los comicios de 1993.
LA IZQUIERDA
Cascos tiene una especial admiración por los líderes de la izquierda, Rafael Fernández y Horacio Fernández Inguanzo, asiduos compañeros suyos en los viajes en tren a Madrid, para cumplir con sus deberes parlamentarios. Asistiría a las honras fúnebres de Inguanzo en el Ayuntamiento de Gijón, y desde el Ministerio de la Presidencia le concedería, a título póstumo, la Orden del Mérito Constitucional. De los líderes históricos de la izquierda valora el sentido de la reconciliación nacional. También tiene especial simpatía por Gerardo Iglesias, teórico heredero de Inguanzo, marginado por maniobras del aparato de su partido.
El aprendizaje en soledad en las instituciones, el poso político de Fraga, la experiencia organizativa adquirida formando tándem con Aznar, la ductilidad negociadora demostrada tras los acuerdos con PNV y CiU, el compromiso de los líderes de la izquierda. Todo eso estuvo presente en la etapa más fascinante de la biografía política de Cascos, la que va del 1 de enero al 16 de julio de 2011: del hombre sin carné de partido a tomar posesión como presidente del Principado.