Pese a las concesiones realizadas por Elena Salgado, el Consejo de Política Fiscal y Financiera terminó sin consenso. Sobre la mesa había dos cuestiones: la devolución al Gobierno central del exceso de dinero recibido por las comunidades autónomas y la fijación del techo de gasto.
Como todos los gobiernos autonómicos estaban en contra de devolver el dinero recibido en cinco años, Elena Salgado sacó un conejo de la chistera proponiendo que la mitad de la devolución fuera cubierta por el ICO, a través de un crédito a los gobiernos regionales. Un artificio propio de Zapatero, porque la asunción del crédito elevaría el nivel de deuda de las comunidades autónomas, que se ha duplicado en los dos últimos años. Además, la dotación del ICO corresponde al Gobierno central, así que puestos a financiar a las comunidades autónomas con recursos del Estado, mejor ampliar el periodo de devolución del dinero recibido. No hubo acuerdo.
El techo de gasto no debería ser objeto de grandes polémicas, porque todo el mundo sabe que hay que equilibrar las cuentas y acabar con los excesos en el gasto público. De hecho el Gobierno central y los ayuntamientos sólo pueden aumentar el gasto en la medida que lo haya hecho el PIB en los pasados cinco años y teniendo en cuenta las expectativas oficiales de crecimiento para los tres siguientes ejercicios. Sin embargo, Elena Salgado presentó una novedad, también propia del estilo de Zapatero, al ofrecer a los gobiernos autonómicos la posibilidad de fijar el crecimiento del gasto tomando como referencia el incremento del PIB de los años que mejor le convenga a cada región. Cada Parlamento autonómico hace una propuesta y el Gobierno central la asumirá. Un verdadero disparate, que rompe la unidad de criterio que debe haber para todos los territorios, transmite el mensaje de que se pueden hacer apaños y lanza un mensaje inquietante a los mercados. De tan atractiva como preocupante propuesta salió el compromiso de todos los territorios de formar un grupo de trabajo que concretará la forma de fijar el techo de gasto. Recapitulemos: se impuso la táctica política a las necesidades de España. Zapatero quiso evitar el choque con todas las comunidades autónomas, porque dejaría al Gobierno hecho añicos y debilitaría las expectativas del PSOE ante las elecciones. Y optó por sacar conejos de la chistera.