La dependencia que tiene nuestra región de Madrid es una cuestión bien conocida. El vínculo es tan fuerte ahora como antes, aunque los argumentos de la relación hayan cambiado. Hace treinta años, el carbón y el acero estaban en manos de empresas estatales con directores nombrados por el Gobierno de España. La misma etiqueta de ‘Inilandia’, adosada a Asturias, muestra a las claras cómo éramos un departamento del Estado. En la actualidad, de toda aquella estructura empresarial sólo queda Hunosa, aunque la empresa minera cuenta hoy día con un solo trabajador por cada doce de los de entonces.

El vínculo del presente entre Asturias y Madrid tiene que ver con las grandes infraestructuras de transporte que constituyen la asignatura pendiente de nuestra región. Sobre la construcción de autovías y líneas de tren de alta velocidad se han presentado muchos calendarios, que no se cumplieron. Después de muchos retrasos acumulados por todas las administraciones, el Gobierno de Zapatero anunció que en el año 2009 se completaría la red de infraestructuras. Ese año iba a estar terminada la autovía del Cantábrico, la autovía del interior (Oviedo-La Espina), la ampliación de El Musel, los enlaces de la autovía minera y la línea de alta velocidad por Pajares. El presidente Areces, la dirección dela FSA, el delegado del Gobierno, y un sinfín de cargos públicos socialistas repitieron multitud de veces que en el año 2009 se acabaría con el déficit histórico de comunicaciones asturiano. Dos años más tarde todo sigue bastante parecido, con la excepción de El Musel, cuyas obras finiquitaron en diciembre de 2010.

El Gobierno que salga de las elecciones del 20 de noviembre tendrá que recoger el expediente de las infraestructuras asturianas. Un mal momento, en plena crisis económica y con la necesidad de recortar inversiones y gastos para cumplir con el objetivo de reducción del déficit público. Aunque es probable que la intención de los nuevos gobernantes sea olvidarse por unos años de las actuaciones pendientes se van a encontrar con dos problemas: la irritación de los ciudadanos ante tantas obras sin terminar y sin plazos (autovías, enlaces, alta velocidad, metrotrén) y el hueco que se abre en el debate nacional el actual presidente del Principado. Puede que no haya ministros asturianos, pero Asturias estará en los ministerios.