El socialismo entra en fase de agitación con el anuncio electoral realizado por Zapatero. Tras más de dos meses de tolerancia rayana en la complicidad con los ‘indignados, el Gobierno cargó contra ellos. Rubalcaba justificó la acción de la Policía diciendo que doscientas personas no pueden poner patas arriba a una ciudad. No se entiende que diga eso como candidato electoral y que haya impedido la actuación policial siendo ministro del Interior. En cualquier país civilizado el derecho a la libertad de expresión y manifestación están garantizados, pero no a costa de cerrar plazas y calles durante días y semanas causando molestias al vecindario y pérdidas irreparables a los comerciantes. Una cosa es defender a los desahuciados y protestar contra el sistema electoral, y otra montar un campamento en medio de la ciudad. ¿Acaso no estaba Madrid patas arriba cuando Rubalcaba era ministro? En vez de recurrir a la obviedad, el candidato socialista debería explicar por qué lo que antes era bueno, ahora es malo. A falta de argumentos, me inclino a pensar que Rubalcaba tendrá encuestas que le aconsejan cambiar el discurso hacia los ‘indignados’. Rubalcaba se acoge a la regla de oro del candidato: no decir lo que se piensa, sino lo que da votos.

Mientras Rubalcaba habla de cosas concretas, José Bono hace dibujos estratégicos de altos vuelos, demandando un Gobierno de ‘gran coalición’, PSOE-PP. Durante los dos mandatos de Rodríguez Zapatero fue pertinente el pacto entre los dos grandes partidos. Entre 2004 y 2008 para poner orden en el debate territorial, acordando las reformas autonómicas y poniendo en pie un modelo de financiación territorial sensato y coherente. Nada de eso se hizo. Zapatero prefirió las alianzas con ERC, IU O CDC. A partir de 2008, el acuerdo de los dos grandes partidos era necesario para hacer frente a la crisis económica, pactando reformas en los mercados de trabajo y financiero, pero ni Zapatero ni Rajoy estuvieron por la labor.

Con esos precedentes, tiene gracia que Bono pida ahora un Gobierno de gran coalición, PSOE-PP, cuando todo apunta a un Gobierno de mayoría absoluta del PP a partir del próximo mes de noviembre. Cuando Rodríguez Zapatero tenía cogida la sartén por el mango no actuó con altura de miras, y ahora que se avecina una derrota histórica para el PSOE, José Bono ofrece un subterfugio para que su partido pueda seguir enganchado al carro del poder.