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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ESCÁNDALOS DE ESTÍO

Al hacer público el Gobierno, el patrimonio de sus miembros pinchó el globo del verano. Desde que se constituyó la Junta General del Principado, PSOE y PP, como si fuesen un mismo partido, hicieron de los bienes del presidente y los consejeros el gran tema para hacer oposición. Nunca explicitaron las razones para considerar urgente y prioritaria tamaña cuestión, optando por argumentar de forma genérica que era necesaria la citada declaración para hacer transparente la Administración. Envueltos en el manto del discurso general de la transparencia lo único que buscaban era obligar a Álvarez-Cascos a hacer una declaración pública de patrimonio. Me atrevo a hacer esta afirmación, porque hace dos o tres años, cuando se especulaba sin datos sobre un hipotético regreso de Cascos a la vida pública asturiana, los dirigentes de ambos partidos decían que el político gijonés nunca regresaría porque perdería dinero. Así, como suena. Nada de descartar el retorno por razones políticas, sino por pérdidas económicas. En resumen, confundieron estrategia política con bienes materiales y, pérdidas las elecciones, pusieron el patrimonio de Cascos en el centro del quehacer parlamentario.
Cascos
El miércoles por la noche, al colgar en la web de Foro Asturias los bienes de todos los miembros del Gobierno regional, la oposición vio cómo se quedaba sin globo. La decepción fue tan grande que los socialistas empezaron a dar golpes al aire. Jesús Gutiérrez, número dos de la FSA y diputado, acusó a Cascos de recurrir a «ingeniería financiera» para ocultar su patrimonio, y ya metidos en harina se preguntó «¿Y dónde están los bienes de María Porto?» No recuerdo nunca que la declaración de bienes de un presidente, consejero, diputado, alcalde o concejal fuera inmediatamente impugnada por un partido político rival, como si se tratara de contradecir una declaración política convencional. La acusación la hace un dirigente del mismo partido que Zapatero, Rubalcaba y Felipe González, que nunca hicieron una declaración pública de bienes.
El dirigente de la FSA amenazó con seguir haciendo del patrimonio de Cascos el asunto prioritario del debate, lo que resulta sencillamente esperpéntico. Estimulados por el proceder del Gobierno regional, al pasarse el verano sin vacaciones, los portavoces de la oposición tuvieron que salir a la palestra con más frecuencia que en otros años, pero tras dos meses de intervenciones todo lo que da el ingenio es para hacer de los bienes de Cascos el tema estrella del estío.
Moriyón
En Gijón, el otro gran debate político vino propiciado de la mano de nuestra compañera Leticia Álvarez, que firmó el reportaje del verano, ‘Alcaldesa y cirujana’ (EL COMERCIO, 20 de agosto), en el que aparecía la doctora Moriyón con bata y bisturí. La alcaldesa de Gijón explicaba que «operar me mantiene en conexión con otra realidad». Carmen Moriyón contaba que operaba de forma esporádica, sin contraprestación económica y en horas ajenas a la jornada de trabajo. A partir de ahí, los grupos de oposición se rasgaron las vestiduras. El empleo, el urbanismo, los festejos, la reorganización municipal, los recortes económicos, y hasta la mismísima Semana Negra quedaron en un segundo término, para girar el debate municipal sobre lo que hace la alcaldesa de Gijón en sus ratos de ocio.
El pasado viernes, Cosme Cuenca, en una genial columna titulada, ‘Domingueros’ (perdón por la redundancia: genial columna y Cosme Cuenca), planteaba si un poeta, pintor o cantante podría seguir haciendo versos, bodegones y trinos, en tiempo libre, si fuera alcalde, sin incurrir en incompatibilidad municipal. La misma reflexión la hacía con respecto a un contable o un mecánico de automoción. Está claro que a todos, en tiempo libre y sin cobrar, se les aceptaba que practicaran su devoción. Ahora bien, si se trata de Carmen Moriyón y la actividad es operar tumores, entonces es corrupción. Esta es la valoración política de la oposición.
Siguiendo los razonamientos de los indignados opositores, la clave del escándalo está en que Carmen Moriyón hace otra cosa, además de trabajar como alcaldesa. Podría perder el tiempo, pero no hacer algo. Voy a describir, sin juicios de valor, lo que la mentalidad dominante de nuestra clase política acepta y rechaza. Puede Pilar Fernández Pardo trabajar en Madrid como diputada, varios días a la semana, y cobrar por ello, compatibilizando esta tarea con su cargo de portavoz municipal y sus correspondientes dietas. Puede Santiago Martínez Argüelles trabajar como profesor de la Universidad de Oviedo y ser vicepresidente de Cajastur, y cobrar por ambas tareas, compatibilizándolos con su cargo de portavoz municipal y sus correspondientes dietas. Ojo, para que no entienda torticeramente: soy consciente que la situación de Pilar y Santiago es escrupulosamente legal, pero en estas líneas lo que se hace es análisis político.
Y políticamente es mucho más discutible que los portavoces de la oposición dediquen la mayor parte de su jornada laboral a actividades ajenas al Ayuntamiento, que la alcaldesa opere en sus ratos libres y sin dietas.

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por JUAN NEIRA

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