La parroquia socialista homenajeó a Álvarez Areces tras haber estado veinticuatro años desempeñando cargos de gran responsabilidad institucional en el Ayuntamiento de Gijón y en el Principado. Los socialistas asturianos le deben mucho a Areces. Consejeros, diputados, concejales, directores generales, gerentes de fundaciones, de empresas públicas, de patronatos, de organismos autónomos y una amplia gama de asesores, no hubieran trabajado y disfrutado de cargos y emolumentos, si Areces no hubiese encabezado tres veces la lista electoral al Ayuntamiento de Gijón y otras tres a la Junta General de Principado. Está muy decir que ganaba el partido, pero los votos los captaba Areces. Da igual que en el puesto octavo de una candidatura vaya fulanito o su vecino, pero el cabeza de lista influye decisivamente en la victoria o en la derrota del colectivo.
Por su pasado comunista, del que Areces siempre se sintió orgulloso, fue visto críticamente dentro del partido. Para no entrar en juicios de valor, me baso un hecho para afirmarlo: nunca fue el secretario general de la organización en Gijón o en Asturias. No hay otro dirigente del PSOE en España que estando de alcalde doce años en el municipio más poblado de la región y otros tantos de presidente autonómico ocupara un puesto periférico dentro de la estructura de poder del partido. Cuando José Blanco lo decidió, Areces fue apeado de la lista. Como los socialistas tienen por norma no dar a conocer las desavenencias internas, Areces declaró docenas de veces que había cumplido ya su ciclo al frente del Principado y daba paso voluntariamente a Javier Fernández. Lo que le sobraba a Areces era ilusión para competir por otro mandato, pero en Ferraz tenían una opinión diferente.
Para explicar el incómodo papel que juegan los ex presidentes, Felipe González propuso una comparación que hizo fortuna al decir que les ocurre lo mismo que a un jarrón chino en un salón pequeño. El partido que lo retiró del Principado, manda ahora a Areces al Senado. En el Congreso de los Diputados incomoda y en su casa es una ausencia demasiado cercana. Los homenajes jubilan pero en el caso de Areces se convierten en plataforma. Vista la desnortada estrategia de los socialistas en la Junta General del Principado y en el Ayuntamiento de Gijón, creo que le van a quedar ganas y tiempo de darles algún consejo.