ETA ha optado por una declaración de mínimos para anunciar que no volverá a atentar. Lo único positivo del texto leído por los etarras encapuchados se sintetiza en la frase: “ETA ha decidido el cese definitivo de la actividad armada”. El resto es una mezcla de retórica, argumentos gastados, omisiones inquietantes y ambigüedad.
El aspecto más negativo de la declaración estriba en la no disolución de la banda. La dirección de ETA asegura que cesan los atentados, pero conserva intacta la capacidad de matar. En el comunicado no hay el más mínimo resquicio que permita pensar en el voluntario desmantelamiento de la organización. Este asunto es crucial, porque los terroristas argumentan que dejan de atentar debido a las expectativas levantadas por la llamada Conferencia de Paz de San Sebastián, de modo que si en el futuro no fructifican esas expectativas podrían salir otros encapuchados a decir que se reabren todos los frentes de lucha. ETA reitera su antigua oferta de abrir un proceso de diálogo con los gobiernos de España y Francia para resolver el conflicto y “la superación de la confrontación armada”. Cuando un grupo renuncia para siempre a matar, no existe ninguna confrontación armada que superar. Si ETA dice que hay que superarla es porque esa confrontación se mantiene latente. Cabe deducir del comunicado que ETA aspira a negociar directamente con los gobiernos español y francés, o al menos a sentar en la mesa a una delegación abertzale que responda a sus dictados.
Se esperaba que la banda terrorista hiciera alguna referencia a las víctimas, aunque fuera a través de una fría alusión a las consecuencias del conflicto. No sólo no ha sido así, sino que en el comunicado se dice que la “crudeza de la lucha se ha llevado a muchas compañeras y compañeros para siempre. Otros están sufriendo en la cárcel y en el exilio”. Ni una alusión a los 829 asesinatos ejecutados por la banda a lo largo de cuatro décadas. Ni el más leve atisbo de arrepentimiento.
ETA asegura que la resolución acordada en la Conferencia de Paz de San Sebastián abre la puerta a una solución histórica. Esa propuesta no la apoyan el PSOE y el PP y, por tanto, tiene muy poco peso. La gran oportunidad para dejar las armas estuvo en las primeras elecciones generales. Quisiera ser optimista, pero conociendo lo vivido en otros procesos, creo que toda cautela es poca.