Felipe González cerró la campaña electoral en Asturias. El ex presidente del Gobierno y figura más importante del PSOE desde Pablo Iglesias (pido disculpas a los hinchas de Julián Besteiro, Largo Caballero e Indalecio Prieto) se volcó en apoyo de Rubalcaba. La sintonía entre el ex secretario general y el candidato es tan palpable como el distanciamiento entre González y Zapatero. Conserva el político andaluz un gran predicamento entre los socialistas, porque fue un auténtico líder en el partido, no un tipo con fortuna electoral, como el actual presidente.
El dirigente socialista habló de la crisis financiera que asuela a los países mediterráneos de la eurozona, un asunto que le resulta cercano, ya que presidió durante casi tres años los trabajos del llamado, “grupo de sabios”, que elaboró un informe para la Comisión Europea sobre los problemas de la UE y las soluciones que se deberían aplicar: respaldo a la energía nuclear, renuncia a las jubilaciones anticipadas, cambios en la política de inmigración, etcétera. En Oviedo, Felipe González volvió a pedir una integración entre las políticas económicas de los socios europeos y la creación de los eurobonos, como forma de lucha contra los especuladores financieros.
El ex presidente criticó a Rajoy por haber pasado por cinco ministerios sin dejar huella. Este juicio debe formar parte del argumentario socialista (conjunto de ideas que elabora el aparato del partido para que todos los dirigentes los utilicen en declaraciones públicas). El pasado lunes, Antonio Trevín, en el mitin de Rubalcaba, ya dijo que Rajoy y el candidato socialista habían coincidido en Interior, Educación y Presidencia. Ahora González añade el paso de Rajoy por Administraciones Públicas y por la Vicepresidencia del Gobierno. Trevín y González aseguran que el candidato del PP no hizo nada que dejara memoria de su largo periplo ministerial. Es una valoración que se presta a interpretaciones opuestas. Por paradójico que resulte, quedan más en la mente los ministros que cometieron pifias que los titulares de un trabajo solvente. Las cacerías de Mariano F. Bermejo, las “ayudas” de Chaves o la gasolinera de Blanco dejarán huella durante muchos años. De Rajoy siempre se citan los famosos “hilillos” del Prestige, pero no pasa de ser una anécdota. No meter ni la pata ni la mano es un mérito.