Desvelado el mejor secreto del año: el Gobierno de Rajoy. Nunca había habido tanto hermetismo y eso que Zapatero, por citar el ejemplo más cercano, estaba patológicamente afectado por el síndrome del secretismo. El Gobierno es más amplio de lo previsto, trece carteras, simple de estructura, con una sola Vicepresidencia, y con una figura política de alcance nacional situada en una esquina del Ejecutivo: Ruiz Gallardón.

Ahora ya hemos salido de dudas y sabemos quién era aquella niña misteriosa que nombrara Rajoy en un lejano debate televisado con Zapatero. La niña no era Cospedal ni Ana Mato ni todas las brillantes mujeres que están en puestos de responsabilidad del PP. La niña era Soraya. Sáenz de Santamaría acumulará más poder aún que Teresa Fernández de la Vega (¿Sabe alguien algo de ella?), porque en el Ejecutivo no hay otras vicepresidencias. Si seguimos la pauta del poder, hay que citar el dúo, De Guindos, Montoro. No cabe entregar el bastón de mando en exclusiva a De Guindos, porque en plena operación de consolidación fiscal el ministro de Hacienda tiene mucho que decir. Montoro intervendrá en la confección de los presupuestos y presidirá el Consejo de Política Fiscal y Financiera, donde se negociará con las comunidades autónomas los límites de déficit y deuda que les corresponden. Luis de Guindos es una persona competente, pero poca conocida por el público, de forma que el Ministerio de Economía no tendrá un discurso autónomo del presidente. Sólo tiene un pequeño problema: fue un alto ejecutivo del banco de inversiones, Lehman Brothers. Un borrón para el que no existe quitamanchas.

Hay un grupo de ministros ligados personalmente a Rajoy, como Ana Mato, con un extenso cometido, o como Ana Pastor, que no tendrá mucha tarea porque el Ministerio de Fomento hará una parada indefinida de toda sus actuaciones, o como Pedro Morenés, que fue secretario de Estado de Seguridad cuando Rajoy era el titular de Interior, o como José Ignacio Wert, el hombre de Arriola, principal consejero del presidente. Rajoy no fue políticamente correcto al escoger sólo a cuatro mujeres, pero actuó con gran cautela. Su único competidor en el Gobierno está en una cartera que no existe en todos los países, la número dos del Ejecutivo es la niña de sus ojos y el resto son personas que no desembarcan en el Gobierno con capital político propio.