Javier Fernández presentó su candidatura a las elecciones autonómicas en el seno de la Comisión Ejecutiva de la FSA. El próximo sábado, el Comité Autonómico (el nombre que recibe ahora el Comité Regional) dará el visto bueno a la propuesta, y será oficialmente el candidato socialista a la Presidencia del Principado en los comicios del 25 de marzo.
En el PSOE, al igual que en el resto de los partidos, la elección de candidatos sigue un procedimiento reglado, pero en la práctica la decisión no se toma en los órganos con competencia electoral sino que en ellos se viene a ratificar una propuesta que proviene de un reducido grupo que gobierna la organización. Bien es cierto que si el Comité Autonómico –en el caso socialista- rechazara a Javier Fernández, el candidato sería otro, pero lo que trato de decir es que antes de que tuvieran tiempo a reunirse la Comisión Ejecutiva y el Comité Autonómico, todo ciudadano medianamente informado sabía que el cabeza de cartel electoral iba a ser Javier Fernández, y por si había alguna duda, Rubalcaba lo dijo dos veces en el Congreso de Sevilla.
Javier Fernández cuenta con el apoyo del socialismo asturiano y de la dirección nacional del PSOE, lo que viene a significar que no existe otra alternativa. El 22 de mayo cosechó un mal resultado –el peor del socialismo en las elecciones autonómicas- por la pésima gestión de Zapatero, una campaña desdibujada y el ciclón Cascos. El socialismo ya pagó la penitencia de los errores de Zapatero, por dos veces, el 22 de mayo quedando sin poder en las regiones que hubo elecciones, y el 20 de noviembre sacando 110 escaños en el Congreso de los Diputados, el peor resultado desde la restauración de la democracia. El PSOE es ya un partido de oposición, así que no es previsible que le vuelvan a pasar facturas atrasadas por los años del desgobierno económico nacional. Los socialistas se encuentran ante una inesperada oportunidad en Asturias.
La campaña de Javier Fernández se va a desarrollar en torno a un único argumento: el caos producido por la falta de entendimiento del Foro y PP en siete meses de legislatura. A partir de ahí llegará la conclusión: no se puede dar la confianza a los mismos porque Asturias quedará atrapada en un callejón sin salida. La realidad es poliédrica, pero el PSOE tratará de ofrecer la cara que más le favorece. Otros dirán que el PSOE se alió con el PP.