Foro Asturias lleva en su programa electoral un profundo cambio en el sector público autonómico, con cierres, fusiones y ventas de empresas públicas. La Sociedad Regional de Recaudación será eliminada y las labores que realiza la Fundación para la Investigación Científica y Técnica (Ficyt) pasarán a ser desarrolladas por un órgano regular de la Administración. Por otra parte, Recrea y la Sociedad Regional de Turismo se fusionarán, y el Instituto de Estadística se integrará en el Idepa. La Radio Televisión del Principado de Asturias pasará a conducirse bajo la fórmula de la gestión indirecta (en manos privadas) y Sedes será vendida.
Las comunidades autónomas desarrollaron durante el siglo XXI un sector público elefantiásico, con multitud de entes, organismos, empresas y sociedades. La causa de esa proliferación no está relacionada con una mejor atención a los ciudadanos, sino con la libertad que otorgan esas formas jurídicas novedosas (empresas públicas, entes, fundaciones) para gestionar la cosa pública. El Derecho Administrativo es un corsé muy incómodo para los políticos que tienen ganas, ilusión y ambición de “hacer cosas”; se crea una empresa pública y se contrata a quien se quiere, tomando decisiones con agilidad y discreción. El resultado final es la hipertrofia de un sector público que en Asturias tenía un presupuesto de 2.389 millones de euros en 2011: más del 50% de las cuentas regionales.
Mariano Rajoy ya anunció que va a dar instrucciones precisas para suprimir gran parte del sector público empresarial y Álvarez-Cascos tiene ya una idea precisa de lo que hay que hacer tras la experiencia de ocho meses en el Gobierno de la región. Desde el propio sector público se desarrollarán resistencias a los cambios, porque estamos hablando de puestos de trabajo, con el factor añadido de la fuerte sindicación que hay en todos los organismos y dependencias de la Administración. A ello añadamos que en el sector público empresarial encuentran cobijo los empleados con carné de partido, y se entenderá que la decisión será ruidosamente protestada. Cuando gobernaba Areces, De Lorenzo bautizó como “chiringuitos” a las empresas públicas del Principado. Ahora, cuando Cascos quiere cerrarlas, los que hablaban de chiringuitos las defienden en el Parlamento con sus votos y en la calle con silbatos.