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Juan Neira

LARGO DE CAFE

PARALIZACIÓN O SUPERÁVIT

Mientras continúan las negociaciones para formar gobierno, la contabilidad del Principado ha arrojado un dato muy llamativo: el primer trimestre del año ha finalizado con saldo positivo. A 31 de marzo de 2012, la comunidad autónoma asturiana tiene un superávit de 68,5 millones de euros. En el actual contexto de recesión y números rojos, no ha ocurrido antes nada semejante en la España autonómica.
El ejercicio de 2011 había terminado con un déficit del 3,64% sobre PIB, y en tres meses hemos pasado de incrementar las deudas a tener excedente. El Gobierno regional debe pensar a qué dedica los más de 68 millones de euros que le sobran. Si por un momento lográramos imaginar un saldo semejante a lo largo de los cuatro trimestres del año, nos encontraríamos con un superávit de 274 millones, que dan para pagar toda la frustrada autovía de Avilés al valle del Nalón (AS-III) que se concibió en la campaña electoral autonómica de 2007, y que se renunció a ella con la llegada de la crisis. Con los 274 millones se financiaba toda la AS-III y la anualidad del Huca, un pago que se prolongará durante decenios. Un simple ejemplo.
Blanco y negro
El primer trimestre de 2012 arrojó un saldo positivo de 68,5 millones y el primer trimestre de 2011 dejó un saldo negativo de 229,7 millones. ¿Cómo puede haber una diferencia de 298 millones de euros de un año a otro, en un solo trimestre, si estamos hablando del mismo periodo del ejercicio, con la misma cadencia ordinaria de pagos?
Al analizar el desequilibrio presupuestario de 2011, se ha dicho muchas veces que en los primeros meses se superó el margen de déficit dado por el Ministerio de Hacienda para todo el año (1,30% sobre PIB) por culpa de las elecciones del 22 de mayo. El Gobierno de la izquierda habría gastado de forma extraordinaria cuando se acerca la convocatoria a las urnas. Sin embargo, ese argumento no sirve para explicar la diferencia que hubo entre el 2011 y el 2012, porque en el presente ejercicio también hubo elecciones (el 25 de marzo) y terminó con superávit.
Acepto por adelantado que el último Gobierno de la izquierda no tuvo muy en cuenta el déficit y decidió gastar mucho más que el Ejecutivo de Foro, pero no para justificar una diferencia de 300 millones en tres meses: 3,2 millones de euros más al día de exceso.
La clave está en que por la vía inusual de la prórroga presupuestaria se creó una situación especial, de economía intervenida, que sirve de laboratorio de prueba para el tiempo que ha de venir. La oposición no autorizó al Gobierno de Álvarez-Cascos a realizar inversiones y en el primer trimestre del año el Ejecutivo se limitó a pagar las nóminas de los 35.800 empleados del Principado y a sostener los servicios públicos esenciales. Con esa dieta se ha generado superávit, cuando el pasado año todas las comunidades autónomas, menos Madrid, incurrieron en un déficit superior al 1,3% pactado con el Gobierno central.
Los gobiernos regionales realizan habitualmente inversiones que deben pagar durante varios años, pero ahora entramos en un periodo que en vez de acometer nuevos proyectos toca amortizar deuda. La gran prioridad es el equilibrio de las cuentas y a la Administración que alcance superávit hay que darle una medalla. Sin el actual endeudamiento, España tendría 5 billones de las antiguas pesetas para invertir cada año, que en el presente se gastan en pagar los intereses de los créditos concedidos.
Receta
Ya sé que hay pagos plurianuales comprometidos, pero aunque los hubiese satisfecho, el Principado no tendría ni remotamente el déficit del pasado año. Por un sistema atípico, el de la prórroga presupuestaria gestionada contra una oposición mayoritaria y hostil al Ejecutivo, vemos cómo un Gobierno austero y dedicado exclusivamente a gestionar los servicios que están bajo su competencia puede evitar el déficit. Lo que la clase política y los agentes sociales denominan como paralización se llama superávit.
Dentro de unas pocas semanas habrá un nuevo Gobierno, que haría bien en tomar nota de lo ocurrido en el primer trimestre. No es tiempo de acometer nuevos proyectos, sino de pagar los antiguos. Si el próximo Ejecutivo cree que puede remediar los problemas de los asturianos endeudándose, acabará por endosar sus deudas a los 100.000 parados de la región. En el exterior ya nos han cortado el grifo: ni habrá fondos mineros ni financiación para el Campus de Excelencia Internacional ni se acaban de rematar los tramos occidentales de la autovía del Cantábrico que llevan un año terminados.
El plan de la Unión Europea para las comunidades autónomas es la paralización que tanto critica la oposición asturiana: pagar sueldos y gestionar con total austeridad los servicios públicos. Olvidarse de planes de empleo público. A partir del próximo mes, con la Ley de Estabilidad Presupuestaria, el Gobierno central ejercerá un férreo control sobre la evolución de las cuentas regionales, y el desfase de gastos e ingresos tendrá penalización. Asturias está mal, pero otras comunidades autónomas que acometen grandes inversiones están mucho peor: un enorme montón de deuda y recorte severo en los servicios públicos esenciales.

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por JUAN NEIRA

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