Para votar la investidura de Javier Fernández, el Consejo Político de IU quiere que los socialistas se comprometan a reformar la ley electoral, cambiando el modelo de las tres circunscripciones por una sola. La dirección asturiana de IU plantea también una lista de exigencias para firmar un pacto de gobernabilidad con el PSOE, que van desde un acuerdo de concertación social, con cobertura presupuestaria incluida, hasta un plan de empleo, pasando por el relanzamiento de las políticas sociales emprendidas en la etapa del presidente Areces, para llegar a una política de resistencia contra los ajustes de gasto público decididos por el Gobierno de Rajoy.
IU no puede condicionar la investidura del líder socialista, porque en caso de abstenerse se alzará como presidente el candidato del centro-derecha. Haya consenso o disenso, Javier Fernández contará con el apoyo de los diputados de IU en la sesión de investidura. Sin embargo, el planteamiento de las huestes de Jesús Iglesias es interesante ya que revela el ánimo con que el socio tradicional del PSOE enfoca el nuevo mandato. La dirección regional de IU se sitúa política y psicológicamente en los bancos de la oposición. Está dispuesto a apoyar y a rechazar, como hacen los pequeños partidos en el Congreso de los Diputados, decididos a rentabilizar los votos favorables al Gobierno y prestos a abstenerse o votar en contra de las iniciativas que suponga un coste político. Esa táctica de apoyos selectivos y desaires intermitentes, ya la llevó IU en el pasado, pero ahora tiene razones más poderosas que antaño para ponerla en práctica. La primera de todas es que no hay dinero. Las políticas de IU se basan en realizar mucho gasto, convencidos de que ante las ingentes necesidades sociales no se puede poner límite al desembolso de recursos. Gobernar con poco dinero es engorroso para todos los partidos, pero en el caso de IU el engorro se convierte en imposibilidad mental y material.
En este mandato tienen otro argumento para jugar la táctica del apoyo crítico al Gobierno: la presencia parlamentaria de UPyD. La gente de Rosa Díez piensa al revés que IU: el gasto está condicionado por los ingresos. En consecuencia, toca recortar. Como para lograr la mayoría parlamentaria los socialistas necesitan del escaño de UPyD, IU teme sufrir continuos engaños, por eso no dará pie a un tripartito.