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Juan Neira

LARGO DE CAFE

MERCANCÍA FALSA

La sentencia del Tribunal Constitucional y el apoyo condicionado del PP a Álvarez-Cascos devuelven la negociación política a la casilla de salida: veintidós escaños de la izquierda contra veintidós del centro-derecha, con UPyD en el medio de los dos bloques, llamado a decidir en la sesión de investidura. Antes de empezar la campaña electoral los dirigentes de UPyD soñaban con ser árbitros de la situación y el curso de los acontecimientos ha convertido sus deseos en realidad.
A nueve días del pleno de investidura podrán comprobar cómo el papel que les ha tocado jugar tiene tantos inconvenientes como ventajas, porque la clase política y la opinión pública les va responsabilizar de lo que ocurra. Ignacio Prendes ha manifestado que quieren firmar un pacto de legislatura, optando por dar un apoyo estable al Gobierno desde el Parlamento. Una opción sumamente arriesgada, que los dejará convertido en satélites del poder. Debe advertirse que no es ese el papel que juega Rosa Díez en el Congreso de los Diputados, donde alterna críticas al Gobierno, con apoyos, siempre en función de lo que más le convenga a la imagen de su partido. Pensar que con un solo escaño se puede condicionar decisivamente la actuación del futuro Gobierno es una quimera. Al contrario, a ojos de la gente, el pacto de legislatura convertirá a Ignacio Prendes en un avalista del Ejecutivo, algo que no sucedería con la estrategia de los acuerdos puntuales, que sigue Rosa Díez en Madrid.
Aparentemente, UPyD tiene cogida por el mango la sartén de la gobernabilidad y, aún así, la propuesta de unificación de las circunscripciones electorales no se abre camino, como tampoco lo hubiera abierto la fusión de municipios, si en su formulación hubieran elevado el listón de la exigencia. Cuando los candidatos lean sus discursos de investidura se comprobará hasta qué punto las propuestas estrella de UPyD están rebajadas de contenido. ¿Imagina alguien a Javier Fernández anunciando la apertura de una comisión de investigación parlamentaria para aclarar las responsabilidades políticas sobre actuaciones corruptas habidas en torno a los aprovisionamientos del Principado en el mandato, 2007-2011?
Sin renegar de su programa, Ignacio Prendes puede jugar otro papel en la negociación de la gobernabilidad del Principado. Para ello es preciso apartar la hojarasca y centrarse en la realidad.
El Buenismo
Los dos grupos de izquierda (PSOE e IU) han llegado a un acuerdo que se basa en reforzar posiciones institucionales: la Presidencia del Principado para Javier Fernández y la plaza de senador autonómico para Jesús Iglesias. Dejando a un lado que es la primera vez que se introduce un puesto de responsabilidad en las instituciones del Estado como moneda de pago del voto en la sesión de investidura, lo que más llama la atención es la nebulosa o indeterminación en que queda el futuro programa de gobierno. La experiencia de haber compartido ejecutivos de coalición puede que haya animado a postergar la cuestión del compromiso programático, auténtica obsesión de IU en otros tiempos (“programa, programa, programa” ¿Se acuerdan?). Sin embargo, este asunto debería inquietar a UPyD, porque tratar de alcanzar un pacto de legislatura con un partido que a su vez tiene un acuerdo con otro socio más cercano, sin aclarar el programa que les une, abre la puerta a un futuro azaroso. La preocupación aumenta si se tiene en cuenta que IU y UPyD recuerdan a aquella vieja canción de Sabina (“Incompatibilidad de caracteres”): uno convierte en virtud el endeudamiento, el otro ama el ajuste; uno sueña con una España confederal, el otro pretende devolver las competencias autonómicas al Estado; uno cree que Bildu es el heraldo de la pacificación, el otro prorrogaría la prisión de Otegi; uno reniega del libre mercado, el otro acepta el mercado. ¿Cómo se pueden llegar a acuerdos con un partido que, a su vez, tiene pactos con un tercero que no coincide en nada con el primero?
La respuesta, mal que pese, es el buenismo. Me explico. Las contradicciones se disfrazan con un discurso sobre planes de empleo, concertación social y defensa de los servicios públicos, que se escapa a las coordenadas del presente y es agradable a los oídos. Cualquier persona, con un mínimo de información, sabe que estamos en una situación de emergencia incompatible con los programas de gasto y de gestión económica que estuvieron en boga hasta el presente. Sin embargo, la situación se reviste de propuestas positivas, con las que estaría de acuerdo la izquierda, la derecha y el centro, aunque tienen el pequeño inconveniente de chocar con la realidad.
UPyD también negociará contenidos programáticos con Foro, opción que respalda el PP. No creo que Foro pueda dar una respuesta distinta a la del PSOE sobre fusión de concejos o la unificación de circunscripciones. Buenas palabras y un documento de intenciones. ¿Le basta a UPyD? Sin embargo, sí merecería la pena ahondar en las medidas económicas y de gestión que se proponen para los próximos años. Si de esa negociación entre Foro y UPyD no sale una vía alternativa y se insiste en las recetas tradicionales, pueden todos los partidos aplicar para el Gobierno la solución dada para resolver el conflicto de la Mesa del Parlamento: gestión conjunta, presidida por el partido que tiene más votos. Por cierto, una solución que fue propuesta por UPyD.

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por JUAN NEIRA

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